Con el objetivo de difundir los efectos que produce el cambio climático en el país, la Corporación Chilena de la Madera, CORMA, realizó un ciclo de conferencias en la Región de La Araucanía.
“Cambio Climático en Chile” fue el nombre del ciclo de charlas que fueron dictadas por el académico de la Universidad de Chile, doctor n Bioclimatología de la Universidad de París, Fernando Santibáñez, quien recordó que el cambio climático ha existido siempre, desde que el mundo se creó.
El bioclimatólogo que participó en las tres charlas organizada por CORMA Araucanía aclaró percepciones respecto del déficit hídrico, señalando que afecta al país de norte a sur.
¿Qué tipo de infraestructura se podría implementar para terminar con la falta de acceso de en la región?
“En infraestructura hay obras de almacenamiento, es decir, embalses mayores y menores, porque no puede seguir llegando más del 90 por ciento del agua de los ríos al mar, en un mundo que va estar agobiado por la escasez de recursos hídricos. Además, si vamos a tener una disminución en las precipitaciones se van a requerir proyectos de riego. El desarrollo de la agricultura en esta región tendrá que realizarse en base a proyectos de riego y eso necesita no sólo agua, sino que la seguridad de tenerla cuando se requiera. Por lo tanto, se necesitarán obras que en esta región no hay, porque ha sido considerada tradicionalmente una zona húmeda, pero en el futuro probablemente va a ser una norma el hacer proyectos de riego. De hecho, ya hay inversiones de privados en esta materia”.
Usted ha afirmado que en agricultura “se riega con mucha agua”, ¿a qué se refiere?
“Tenemos que aprender a regar, porque no basta con hacer gestión del agua y almacenarla, sino que también hay usarla bien. En Chile es muy baja la eficiencia, porque los sistemas de riego son todos muy tradicionales, regamos como hace 100 años, y por lo tanto, se requiere hoy mucha tecnificación en esta materia, técnicas que ya existen. Yo preveo que en esta región todo el desarrollo del riego va a tener que ser en base a sistemas modernos, presurizados, en base a bombeo y a conducción por tubos, por ejemplo. Aquí no sólo se desperdicia agua, sino que surge un impacto con el medio ambiente, ya que cuando se riega con mucha agua se degradan los suelos, se erosionan, se dispersan los productos químicos. El regar bien es mucho más que ahorrar agua”.
¿De qué forma podrían los campesinos solucionar su carencia de agua en una región que cuenta con este recurso?
“Existen tecnologías interesantes que se aplican en otras partes del mundo. Particularmente en las zonas costeras de la Región de La Araucanía se dan varias coyunturas, hay una topografía bastante inclinada, ondulada, con muchas quebradas que tienen agua durante 2, 3 ó 4 meses, las que se desperdician y que se podrían recuperar vía pequeñas obras. Embalsamiento en pequeñas cantidades, que en otras partes del mundo se realiza, por ejemplo, en el norte de África, en España, en Brasil. Lo que estamos recomendando es que haya una línea de financiamiento por parte de la Ley de Riego para construcción de estas pequeñas obras para la puesta en riego de dos, tres, cuatro hectáreas, así estaríamos aprovechando un recurso que de todas formas va al mar y no se aprovecha. Se pueden implementar sistemas de cosecha de agua, que sirve para el consumo humano, animales y agricultura”.
¿Qué pasa en otros sectores no costeros, donde la gente señala que se han secado los pozos?
“Miremos la experiencia de otros países que con estas pequeñas obras de cosecha de agua almacenan el recurso. Cuando es para riego se hacen pequeños tranques, pero cuando se necesita el agua para consumo humano, esta misma agua se cosecha. Se impermeabilizan ciertas áreas para que el agua escurra y se almacena en grandes estanques artificiales. En el caso de Brasil, el Estado los subvenciona y se potabiliza con pequeñas plantas, solucionando el problema en las comunidades rurales. Es posible realizar proyectos muy interesantes que solucionen el problema hídrico de muchas comunidades en esta región”.
Entonces la solución apunta, al parecer, a la construcción de pequeñas obras para dar una solución adecuada a la comunidad.
“Así es. Los sistemas de cosecha de agua no sólo se refieren a embalses, sino que también se puede preparar una cuenca, impermeabilizarla, usando materiales como geotextiles que permiten una alta escorrentía de la precipitación, de este modo, casi se cosecha el cien por ciento de la lluvia. Se ocupan sistemas de filtro, de decantación de manera de tener agua bastante transparente, que finalmente se puede dejar en estanques de 5, 10 mil litros, que permiten tener agua para los períodos críticos para las poblaciones. También se pueden realizar pequeños tranques para riego, en fin, distintos usos. Y de eso, yo le puedo asegurar que hay varias opciones para ejecutar en la región. No olvidar que en La Araucanía tenemos mucha agua superficial, por tanto, nos estamos quedando en seco, frente a un recurso que existe, simplemente por falta de inventiva e inversión”.
¿Quiénes son los responsables de ejecutar estas obras?
“Siempre cuando no se hacen las cosas, tenemos que tirarnos las orejas todos los chilenos. Es una responsabilidad de todos. Recordar que la escasez de agua no es un problema chileno, sino que de todo el mundo. Debido al aumento de la demanda, se ha hecho excesiva extracción de las aguas naturales en las cuencas, lo que ha hecho recaer la recarga de las napas, y por lo tanto, en muchas partes la posibilidad de obtener aguas subterráneas han ido disminuyendo. Este fenómeno empieza en Copiapó y termina en la Región de Los Lagos”.
¿Cuál es el rol de los bosques en las cuencas hidrológicas?
“Los bosques siempre han actuado como reguladores hidrológicos, atenuando el impacto de la lluvia sobre el suelo, protegiéndolo y evitando la erosión. Imaginémonos una cuenca descubierta, sin ningún tipo de bosques, esta se va a degradar en pocos años, y lo que va a ocurrir es que las napas van a bajar, porque si se degrada el suelo, el agua escurre muy rápidamente al cauce y se va en invierno al mar. En la Sexta Región, en el pasado, se eliminó completamente el bosque en las zonas costeras, para dejar las tierras disponibles para el cultivo de trigo y ganadería, y hoy, el panorama es que tenemos suelos extremadamente degradados. También se eliminó bosque por el carboneo en esa zona. La cuenca tiene que tener en un plan de gestión territorial, una fracción de bosques. En su parte alta, media, en las zonas ribereñas, deben ser zonas protegidas por bosques, por tres razones. Una, para proteger el ciclo hidrológico y darle posibilidades a las aguas de ir más lento, de infiltrar y recargar napas. Una segunda razón, es por la protección de la flora y fauna, se requieren masas boscosas para asiento de mamíferos, de aves. Y una tercera, es por estética, el ser humano necesita paisaje, es un requerimiento bastante sublime. Está comprobado que las conductas de las personas cambia en un ambiente muy desértico, donde hay más agresión, más depresión. De modo que estos valores no tienen que ser subestimados por la sociedad”.
Qué pasa con las plantaciones forestales y su relación con el bosque nativo.
“Es perfectamente posible hacer coexistir la vegetación nativa con el bosque plantado, en una cierta armonía. Un matiz que permita corredores, porque hay fauna que es más especializada y que vive en bosques naturales. Los corredores son los espacios que permiten unir dos masas forestales, de manera de dar la posibilidad a los animales de pasar de una a otra masa, sin quedar expuestos al ser humano y a los depredadores. Esto permite también que las poblaciones se mezclen genéticamente y puedan perpetuar las especies”.
Se infiere, entonces, que el rol de los bosques va mucho más allá de proteger cuencas, sino que también serían un buen aliado de los cultivos agrícolas frente al cambio climático.
“Sí, porque los bosques – plantados o naturales – tienen la virtud de ser un regulador climático importante. Atenúan las temperaturas máximas, evitando extremos y reducen el viento. Por tanto, en un escenario climático, particularmente en las zonas costeras, habrá buenas condiciones de temperaturas, sin embargo, se prevé que el viento va a aumentar, y eso puede complicar la producción de frutales o agrícolas. De ahí, entonces, que tenemos que mirar bien en serio la convivencia de los sistemas forestales y de los sistemas agrícolas, para beneficio de unos y otros”.
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