Con una de las carreras más prolíficas en el ámbito de la hidrología en Chile, Roberto Pizarro es un referente en el país y en América Latina a la hora de hablar de esta materia.
Son reconocidas sus investigaciones en torno a la creación del primer modelo matemático para la estimación de la erosión hídrica en Chile; las curvas intensidad duración frecuencia que permiten el desarrollo de obras hidráulicas; los sistemas de captación de aguas lluvias como apuesta para nuevas ofertas de agua; el impacto de los lagos y embalses en la generación de mayores intensidades de lluvia, investigación que mereció un reportaje de la prestigiosa BBC de Londres, y otras más avaladas por numerosas publicaciones.
A nivel de América Latina y el Caribe ha coordinado la Iniciativa Internacional de Sedimentos de la Unesco y actualmente coordina otro programa que es el de Hidrología de Sistemas Forestales. El año 2009 recibió el premio al Hidrólogo Destacado de ese año, otorgado por el Comité Chileno para el Programa Hidrológico Internacional de la Unesco, comité del que actualmente es vicepresidente. Por ello, cuando se trata de establecer relaciones entre la disponibilidad de agua y otros recursos naturales, él es un referente obligado.
Pizarro, que actualmente dirige el Centro Tecnológico de Hidrología Ambiental de la Universidad de Talca, casa de estudios de la que es profesor titular, plantea que, contrario a la creencia común, las plantaciones son un gran elemento de mitigación del cambio climático y que favorecen la recarga de acuíferos.
La creencia común o que se ha instalado es que las plantaciones forestales afectan la disponibilidad de agua. ¿Es efectivo o es una visión errónea?
Cuando colocamos una masa forestal en una determinada posición, ésta consume agua. Cualquier producción de biomasa implica una disminución de agua en la cuenca. Esto por la primera ley de la termodinámica, es decir, en la naturaleza nada se crea ni se pierde, solo se transforma.
Lo que ocurre en países mediterráneos es que nos llueve en el periodo de invierno, que es cuando las plantas entran en receso vegetativo y, por el contrario, no tenemos grandes disponibilidades de agua en el verano. En la teoría de Brooks, publicada en 2009 en la prestigiosa revista Science GeoNature, se postula que la planta se acostumbra a tomar el agua almacenada durante el invierno en los microporos.
El resto del agua pasa por los macroporos, que son más gruesos y se incorpora a la recarga de napas, por lo que cuando visualizamos zonas boscosas en grandes cuencas, éstas tienden a favorecer la infiltración de agua en el suelo. La mayor infiltración de agua en el suelo en zonas forestales se ve favorecida por dos factores: cuando hay una presencia de masa forestal el agua tiende a divagar en la superficie del suelo y se mantiene por más tiempo detenida, debido a que los troncos y otras plantas van generando obstáculos que no permiten que circule en la línea de máxima energía. A su vez, la materia orgánica que producen las plantas se degrada en el tiempo, mejorando las condiciones de infiltración del suelo.
Las plantaciones también ejercen un efecto muy fuerte en la retención de agua en el suelo. Por ejemplo, las pinochas de las plantaciones de pino son muy eficientes en retener sedimentos que tienen agua, entonces se infiltra agua y se agrega materia orgánica, lo que va mejorando la porosidad del suelo y éste comienza a tener mejor permeabilidad.
En suma, todas las masas forestales, sean nativas o exógenas, favorecen una circulación más lenta del agua en el tiempo y su acumulación en ciertas áreas, permitiendo que se recarguen los acuíferos.
¿A qué atribuye entonces que exista esta creencia?
Normalmente cuando se hacen mediciones, están hechas en territorios muy pequeños, vale decir, cuencas de 20 o 30 hectáreas, entonces hay una parte que no se logra incorporar en el análisis, que son las características hidrogeológicas: la cuenca con masa forestal propicia la infiltración del agua en el suelo y la posterior recarga de los acuíferos, pero esa agua no logra salir ni aflorar en un corto tiempo, sino que se demora entre 8, 10 y hasta 12 años, entonces tenemos un desfase temporal. Lo segundo es que hay desfase espacial, ya que lo más probable es que esas aguas emerjan aguas abajo, en otras cuencas o inclusive en el mar. Todo lo anterior hace que estas relaciones sean muy difíciles de entender en términos lineales y las personas tendemos a pensar de dicha manera.
¿Existe una relación entre plantaciones y disponibilidad hídrica?
Si tengo una plantación y más abajo hay una población humana, lo más probable es que esta será afectada por una menor presencia de agua inmediata, porque el agua ya no fluye superficialmente, sino que se ha incorporado al suelo y va a ser infiltrada, alimentando napas o llegando al mar. Las aguas superficiales se mueven a velocidades de metros por segundo y las subterráneas a metros por semana.
Por otra parte y en dos estudios que estamos trabajando, uno liderado por la U. de Talca y otro por colegas de la U. de Arizona en Estados Unidos, lo que hemos visto es que hay una tendencia a que la producción de agua es más bien positiva cuando hay masa forestal, e incluso funciona mejor cuando hay plantaciones. Esto se explica porque las plantaciones, como se ubicaron mayormente en zonas donde el suelo original se encontraba altamente degradado, las estadísticas de la Dirección general de Aguas acusaban registros de circulación de aguas superficiales, esto es con escasa posibilidad de infiltración del agua en el suelo.
Producto de las plantaciones el suelo se ha ido mejorando poco a poco, por lo que el agua empieza a estabilizarse y tener una mayor capacidad de reserva, porque ese suelo tiene mejor calidad de materia orgánica, lo que le permite retener el agua, infiltrarla, percolar y recargar finalmente los acuíferos. Y eso lo acusan los actuales registros de la DGA, lo que habla de la eficiencia de estas plantaciones.
¿Qué diferencia hay entre el bosque nativo y las plantaciones en relación al recurso hídrico?
Tienen un comportamiento bastante similar, pero hay que tener cuidado con las plantaciones, ya que al ser un cultivo exótico, si las ubicas en zonas cercanas a los cursos de agua van a capturar el agua y consumirla, principalmente en el verano, por lo que hay que ubicarlas lejos de aguas subterráneas y superficiales.
¿Qué aporte representan las plantaciones ante el escenario futuro de escasez hídrica a nivel mundial?
Una de las recomendaciones que hace el IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático), es la incorporación de grandes plantaciones en grandes superficies, porque ejercen un efecto muy potente sobre el calentamiento global y principalmente sobre los gases efecto invernadero por la captura de CO2.
De hecho, el forestal es el único sector productivo de Chile que tiene un balance verde. Las plantaciones son un gran elemento de mitigación de cambio climático y son una gran herramienta en la recuperación de suelo degradado. Asimismo, retienen la emisión de sedimentos en forma natural, evitando que éstos lleguen a los cauces y que se cambie la configuración hidráulica de los ríos, previniendo inundaciones o que tales sedimentos caigan a canales de riego, definiendo un ahorro importante de costos de limpieza, además de otros aspectos beneficiosos.
Para mí, el bosque es el bosque nativo por su expresión aleatoria de especies y colores, pero no puedo desconocer el tremendo logro político, social, económico y ambiental que representan las plantaciones. Me recuerda el desafío que planteaba Pablo Neruda cuando en su oda a la erosión en Malleco nos invitaba a “restaurar nuestros paisajes” y agregaba que ese era “nuestro deber profundo de ingenieros”. Y creo que lo hemos conseguido, con más aciertos que errores, pero lo hicimos como país.
¿De qué manera la industria forestal puede contribuir a mantener o aumentar la disponibilidad de agua?
El sector debería tener más investigación. Sé que están haciendo esfuerzos en esa línea, pero no lo hace con las universidades locales. Hace falta una conexión entre el sector público, el académico y el privado –incluyendo el sector sanitario y de infraestructuras- para investigar y visualizar cómo se comportan los ecosistemas y cómo esto influye en la producción de agua, en la mitigación del cambio climático, en la reducción de la erosión, etc.
Esta es una materia país que el sector forestal no ha comprendido que posee connotaciones que van más allá de lo silvoagropecuario y se liga a los grandes desafíos del siglo XXI como son la seguridad hídrica, el cambio climático, la resiliencia ante los desastres y la mantención de la biodiversidad, entre otros.
¿Recomendaría la forestación como método de mantención o recuperación de los equilibrios hidrológicos?
Sí, pero considerando plantaciones fuera de los cauces, para hacer que sean muy eficientes en la captación de agua retenida en el suelo desde el invierno.
¿Qué le diría a los ingenieros forestales y el rol que han cumplido en la generación de plantaciones y el desarrollo del sector forestal?
Que se sientan orgullosos. La ingeniería forestal es la rama de la ingeniería chilena que más ha contribuido a un cambio tan brutal y positivo del país en los últimos 50 años, llevando terrenos desertificados a zonas con vegetación productiva, que le dan trabajo a más de dos millones de chilenos, retienen sedimentos y conservan biodiversidad. Y, con los errores cometidos, se hizo con honestidad, con el esfuerzo de todos los chilenos y con grandes resultados que son reconocidos a nivel mundial.
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