La historia reciente de la industria forestal en Uruguay, ha sido vertiginosa. En sólo 25 años el número de personas empleadas en el rubro pasó de 1.000 a 23.000, y la cantidad de hectáreas de bosque plantado de 50 mil a más de un millón. Y si antes de 1990 las plantaciones de eucaliptus, pino y acacia -las principales en el país- se daban generalmente en haciendas ganaderas, donde los estancieros mantenían bosques de hasta una hectárea para cobijar el ganado, ahora el rubro forestal compite por la mano de obra en el campo, de paso mejorando los salarios.
Así describe Pedro Soust, Director General Forestal del ministerio de Ganadería y Agricultura de Uruguay, la experiencia uruguaya que, asegura, tiene mucho de chilena. “En esto hubo mucho contacto con chilenos, en la FAO, en otros organismos, y vimos qué se podía aplicar en nuestro país”, cuenta el ingeniero, que visitó Concepción recientemente en el marco del seminario “Plantaciones forestales ¿Dónde estamos? Desarrollo y Sustentabilidad”, organizado por el Colegio de Ingenieros Forestales, en la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción.
¿Cómo partió el desarrollo forestal en Uruguay?
En los primeros años funcionó en Uruguay un vivero que tiene la Dirección Forestal, que se llama Alejandro Gallinal, y que en el año 2011 cumplió cien años. De ese vivero salía la provisión de plantines de eucaliptus, acacia o pino para distribuir en el país, y se hacía lo que se llamaban quintas de abrigo. Es decir, plantaciones pequeñas de una hectárea, media hectárea, donde plantaban para que se cobijaran los animales.
Esto, hasta que en la década del 60, se empezó a intensificar y la gente que ya se iba formando en la universidad como técnicos o ingenieros forestales, fueron buscando los nichos forestales y tratando de promocionar este tema, hasta que en la época del noventa esto toma un vuelo muy importante, que fue real y significativo.
¿Qué beneficios contempló la Ley Forestal que se aprobó en 1987?
Hubo muchos beneficios. El subsidio forestal, que al productor le pagaban la mitad de lo que costaba la producción, los créditos forestales, lo que se llamaba la renuncia fiscal, es decir que no se pagaba impuestos sobre la parte plantada, la posibilidad de hacer importación de vehículos y maquinaria e insumos para plantación sin ningún impuesto, todas fueron cosas en que el país apoyó, apostó a eso.
Y después, si uno hace el balance a largo, la tasa interna de retorno que tuvo el país fue muy buena.
¿Por qué se deroga esta Ley en 2005?
Los beneficios se quitan en el 2005 porque el país venía de la crisis del 2002. Hay un cambio de Gobierno, sube la izquierda y se encuentra con que las arcas del país estaban absolutamente desmanteladas, no había posibilidad de seguir desembolsando dinero, y esto hace que hubo que hacer ajustes.
Tal es así que se decidió terminar con el subsidio. Todo el mundo pensó que eso iba a tener como consecuencia un receso, que la forestación se iba a estancar, pero para nada fue así. Las personas siguieron plantando, y el sector se estabilizó en un crecimiento quizás no tan acelerado, pero crecimiento al fin.
¿Hubo rentabilidad para el Estado?
Fíjate que había antes 1.000 empleados directos, y hoy hay 23.000 registrados, porque hay un entorno mucho más grande que vive de esto, y quizás si logramos establecer industrias va a ser mayor también.
Entonces los retornos que vienen de eso por venta de combustible, por venta de servicios, es absolutamente mayor que los subsidios.
Actualmente, ¿Cómo ha sido el crecimiento en plantaciones?
Nosotros estamos creciendo a razón de 40 a 50 mil hectáreas por año, de las cuales más o menos unas 15 a 20 mil son plantaciones nuevas, el resto es reforestación sobre los predios que ya tenían arboles que se talan y se pone una cepa mejor.
Uruguay ha tenido un desarrollo vertiginoso de su industria forestal. ¿Cuál es el siguiente paso?
Bueno, la Ley Forestal no es una cosa que sea para siempre, las cosas cambian. No es lo mismo establecer una Ley para un país que tiene 50 mil hectáreas que establecer una Ley para un país que tiene 1.200.000. Es distinto, las aspiraciones son distintas.
Yo creo, que Uruguay está, primero que nada, en el manejo forestal sostenible, dando especial atención a los aspectos sociales y medioambientales.
Los aspectos económicos entendemos en este momento, no hay porqué desatenderlos, pero no son motivos de desvelo nuestro, es desvelo de las empresas.
Queremos que la producción de la tierra uruguaya vaya y se derrame sobre la población uruguaya, producto y ganancia y dinero que son producidos con su tierra. Y queremos que esa tierra no sufra modificaciones para mal, que se mejore digamos.
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