Existen importantes desafíos económicos y de productividad que se nos plantean si queremos empujar a Chile hacia el crecimiento integral y sustentable. En esa perspectiva debemos mirar el aporte presente y futuro del sector forestal, en donde la madera y sus productos derivados, han generado un relevante valor para el desarrollo del país.
La industria forestal es un sector muy importante en la economía nacional, ya que representa el 8% de las exportaciones y un 2,7% del PIB nacional. En los últimos 40 años la industria forestal con productos derivados de la madera, multiplicó en 130 veces sus exportaciones. Pasamos de 8 productos exportados a más de 350, de 10 países de destino a más de 130, de 15 exportadores a más de 900.
Los datos grafican la importancia que ha alcanzado el sector y el alto impacto social y económico que genera, dado que involucra a más de 120.000 trabajadores directos y 1.500 empresas medianas y pequeñas. Se trata de una cadena productiva, social, económica y cultural que aporta a muchas regiones del sur de Chile.
No obstante, creer que esta posición está asegurada sería un error. Los nuevos desafíos más inmediatos derivan de la contracción de la economía internacional, el aumento de la oferta, la competencia global y la consecuente tendencia a la baja en los precios. Por lo tanto, nuestro desafío radica en agregar valor a la oferta, lo que se traduce en construir y gestionar inteligencia de mercado, nuevas tecnologías, procesos y desarrollos.
Por tanto, si como país queremos mantener, profundizar y ampliar nuestra posición en el mercado mundial de los productos forestales renovables, un factor esencial es asumir el valor de las plantaciones. En efecto, Chile requiere aumentar su masa forestal, dado que a las bajas tasas actuales no se podrán incorporar más pymes a los beneficios del sector.
Un avance importante en esta dirección es el documento Política Forestal 2015-2035 presentado por el Gobierno. A su vez, es estratégico extender el DL 701, con foco exclusivo en pequeños y medianos propietarios, de manera de utilizar predios que no tienen otra vocación productiva que la forestación para la producción de madera.
Tenemos un gran trecho logrado. Nuestra marca país y la alta valoración de Chile como proveedor de productos forestales renovables es algo que ha costado mucho esfuerzo, dedicación y recursos. Este es hoy el pasaporte internacional de las grandes empresas. También lo puede ser de las pymes. Pero no se trata sólo de la oportunidad para las empresas, grandes, medianas o pequeñas. Antes que todo eso, es una opción para el país. Las nuevas empresas de este tipo necesitan de la inteligencia colectiva, de las capacidades y aprendizajes alcanzados por otros y del apoyo decidido del Estado.
Es un buen momento para un nuevo impulso al trabajo asociativo, que fortalezca la cadena de valor con las pymes madereras y con las diversas empresas y servicios del sector. Desde todos los ámbitos, públicos y privados, tenemos que contribuir a fortalecer esta cultura y hacerla parte de la identidad nacional. Una política forestal inclusiva es un proyecto crucial para el futuro de Chile.
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