El concepto de dendroenergía es conocido como toda la energía que se obtiene a partir del uso de biocombustibles sólidos, líquidos y gaseosos primarios y secundarios que provienen de los bosques, árboles y otras vegetaciones ubicadas en áreas forestales, como el carbón vegetal, pellets y briquetas, pero que se centra principalmente en el uso de la leña.
Dicho tema cobra aún más relevancia si se considera que, según la Encuesta de Caracterización Socioeconómica (Casen 2013), entre la región de O’Higgins y la de Aysén se concentra el 36% de la población nacional y donde el 74% de esos hogares se calefacciona con leña, cifras que ha llevado a tomar cartas en el asunto.
Incluso existen dos políticas públicas de Estado que tratan la dendroenergía con el propósito de profesionalizar y darle valor a dicho combustible. La primera de ellas tiene que ver con la promoción de la independencia, seguridad energética del país y la descarbonización de la matriz energética, la cual está liderada por CONAF, mientras que la segunda guarda relación con la promoción responsable del uso de leña como calefacción, tarea que es encabezada por el Ministerio de Energía y secundada por las carteras de Agricultura y Medio Ambiente.
“En ese contexto general, el diagnóstico que hay es consensuado respecto a la importancia estratégica de los bosques para generar energía en el país. Existen un reconocimiento explícito a los bosques y las plantaciones forestales, no sólo con sus roles tradicionales de productos primarios, sino que derechamente en un tema súper sensible para el país, como lo es la soberanía y seguridad energética”, asegura el jefe de la Unidad de Dendroenergía de Corporación Nacional Forestal (CONAF), Rony Pantoja.
Palabras que son compartidas por el presidente del Colegio de Ingenieros Forestales, Roberto Cornejo, quien agrega que “la dendroenergía ha puesto sobre la mesa el cómo enfrentar el tema energético. Sabemos los problemas que tienen las hidroeléctricas para sus levantamientos, donde las comunidades se oponen, entonces ha aparecido la combustión de leña, madera y desechos, como alternativa. Eso implica un importante avance, ya que muchas empresas están cambiando su forma de producir energía, como Arauco en Constitución, donde tiene una planta que genera más de 40 megas de biomasa, lo que incluso le permite vender al Sistema Interconectado Central”.
Ambos expertos aseguran que cuando la leña se usa de forma correcta, se convierte en un combustible moderno y limpio, además de económico. Por eso rescatan que las políticas públicas que se están implementando buscan que la ciudadanía sea educada en la materia.
“La gente conoce muy bien las bondades de la dendroenergía y por algo la utiliza. La leña es imposible erradicarla del uso energético en el país, además sería absurdo por el potencial que tiene, sería como no usar el petróleo en Arabia Saudita. En las mesas forestales donde hemos estado presente, buscamos posicionar y darle valor a un combustible que es nacional, que aparece en dos políticas de Estado y que cuenta con un amplio consenso privado y ciudadano, respecto a que es necesario profesionalizar su uso, pero en ningún caso dejarlo fuera de la solución, por eso nace un acuerdo triministerial. Ya no estamos discutiendo sobre si es bueno o es malo su uso, eso ya se clarificó, hoy estamos hablando sobre cómo profesionalizar el mercado y así darle el valor a esta energía”, enfatiza Pantoja.
Mientras que Cornejo agrega otra arista como integrante de la Mesa Forestal que opera en el Maule. “Estamos trabajando para promover el uso adecuado de la leña. Creo que debemos sumar porque hay un tema social, ya que hay mucha gente tras este rubro, y también económico, por un tema de costo para los propios consumidores”.
En esa dirección se encuentra trabajando el Estado de Chile, con el objetivo de contribuir al uso eficiente y sostenible de la leña, con un énfasis en la zona centro-sur del país, con una mirada integral e interministerial, priorizando la reducción de la contaminación atmosférica, diversificación de la matriz y avanzar hacia la independencia energética, integrando los actuales actores productivos del sector y con el fin de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos tanto a nivel rural como urbano.
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