Vietnam es un destino turístico apasionante, con impresionantes bellezas geográficas, magníficas playas, ciudades de gran interés histórico y urbano, y gentes sencillas, alegres y trabajadoras. También es un destino de negocios muy atractivo; el país está en un proceso de desarrollo acelerado, como puede comprobarse a simple vista por su nivel de actividad y progreso.
Este sufrido pueblo vivió extensos períodos de guerras: independencia de Francia, la guerra entre el Norte y el Sur (aliado con EEUU), donde más de 3 millones de vietnamitas perdieron la vida, y otras participaciones bélicas con Camboya y China. Era un país empobrecido hasta hace 20 años atrás, con hambrunas que diezmaban a su gente.
Pero ahora, Vietnam no sólo alimenta sus 86 millones de habitantes, sino que es el 2° exportador mundial de arroz. Fabrica productos para empresas de todo el mundo, y se está convirtiendo en una potencia forestal. Su territorio está cubierto en 70% de montañas y selvas que en su mayoría son económica y ambientalmente inaccesibles, pero en los últimos 15 años ha creado un recurso de plantaciones forestales de 3 millones de hectáreas (tamaño parecido a Chile), principalmente acacia y eucaliptus. Con ello, se ha transformado en el principal exportador del mundo de fibra corta para celulosa, cuyo mercado son las grandes corporaciones celulósico – papeleras japonesas y chinas.
Los forestadores son en su mayoría miles de pequeños campesinos y comunidades, para quienes las nuevas plantaciones son una bendición económica, en retornos y empleo. A nadie se le ocurriría decir allí que las plantaciones causan pobreza, pues la evidencia es exactamente al revés. No hay tampoco discursos odiosos anti plantaciones ni difusión de mitos y exageraciones ambientales respecto a ellas, o quejas porque sus clientes son grandes empresas. Cada hectárea de plantaciones vietnamitas evita intervenir diez hectáreas de bosques naturales de alta biodiversidad del Sudeste Asiático, y captura más de 9 toneladas de CO2 al año. El gobierno local apoya decididamente este desarrollo forestal.
Los vietnamitas han vivido los últimos quince años un auge económico sin precedentes; paradojalmente, sus principales socios económicos son hoy sus antiguos enemigos. Esto ha sido posible porque si bien ellos no reniegan de su dura historia, comprendieron que deben mirar hacia el futuro superando sus recuerdos dolorosos; y que la paz y la prosperidad de sus hijos y nietos no podrá ser construida sobre la perpetuación del rencor. Vietnam es, sin duda, un país interesante y con enseñanzas que llaman a la reflexión.
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