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Crecimiento del país y política forestal

  

Por Fernando Raga Castellanos, Presidente de CORMA.

Por muchos años pareció que Chile tenía una capacidad sobrada para generar divisas, especialmente a partir de los altos precios de que disfrutó el cobre entre 2006 y 2014. Esta abundancia hizo que la contribución de otros sectores de la economía en este ámbito no fuera vista como de tanta relevancia en esos años.

Pero, como todos sabemos, las cosas han cambiado, y hoy volvemos a valorar la capacidad de generar ingresos para el país a partir de fuentes diversificadas. Más aún, la etapa de bajo crecimiento que atraviesa nuestra economía, ha generado un renovado interés por encontrar palancas para reactivar el desarrollo económico; pues, sin éste, el país no genera los recursos que le permitan atender los requerimientos en el plano social.

En este contexto, el sector forestal es una fuente relevante de divisas y desarrollo; con un efecto multiplicador de los más altos de la economía; de carácter renovable, y con capacidad de combatir quizá los dos más graves problemas ambientales: el cambio climático y la erosión.

Este sector, que experimentó durante fines del siglo pasado un fuerte crecimiento, ha ido alcanzando un límite en su expansión, fundamentalmente debido a limitaciones en la disponibilidad de materia prima. En un horizonte de cinco años, existe un solo gran proyecto celulósico por ejecutar, y los proyectos madereros (tableros, madera aserrada) sólo se incrementarán moderadamente. De este modo, si consideramos como base el peak de exportación del 2014 en sus relaciones de precios – que superó los US$ 6 mil millones-, con los proyectos por desarrollar se podría incrementar este nivel de exportaciones en un orden del 15%, entrando luego en una nueva fase de estabilización. La limitación en el abastecimiento de materia prima está afectando principalmente a los segmentos madereros Pyme que no cuentan con recursos forestales propios, planteando un serio desafío para las posibilidades de crecimiento de estos segmentos.

Más allá de ese horizonte de cinco años, el sector cuenta aún con dos reservas que le permitirán crecer en el futuro: los pequeños y medianos productores, hoy sólo parcialmente integrados al desarrollo, y el bosque nativo manejable sustentablemente. Este diagnóstico fue recogido por la Política Forestal impulsada por el Ministerio de Agricultura, estableciendo en su Eje Estratégico “Productividad y Crecimiento Económico” una meta de forestación nueva de 500 mil hectáreas en terrenos de pequeños y medianos propietarios; y una meta de incorporar 1 millón de hectáreas de bosque nativo al manejo sustentable, con un horizonte del año 2035.

El cumplimiento de ambas metas podría generar empleos adicionales directos e indirectos para unas 100 mil personas, además de autoempleo para unos 30 mil campesinos y pequeños forestadores; sin considerar sus importantes beneficios ambientales asociados al control de la erosión, captura de carbono y mejoramiento del bosque nativo

Lo anterior muestra una parte del potencial que se puede lograr en una de las dimensiones de la Política Forestal, y la relevancia de generar las medidas para ponerla en ejecución.

 
 
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