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Constructores de botes de madera se reinventan y apuestan por naves para deporte y turismo

La incorporación de nuevos materiales y la falta de recambio generacional amenazan con extinguir este oficio de las costas del país que se niega a desaparecer.

Por generaciones, los “carpinteros de ribera” se han dedicado a la construcción de embarcaciones de madera para el uso pesquero de forma artesanal. Una labor manual que en lugares como Europa, los años se ha ido extinguiendo ante la aparición de otros materiales, herramientas y principalmente la falta de interés de las nuevas generaciones. Pero, en Chile esta actividad se niega a desaparecer e incluso se reinventa.

El Centro de Extensionismo Tecnológico en Manufactura (Cetma) de la Universidad de Concepción, a fines de 2016 creó una Red de Pequeños Astilleros Tecnificados de la Región del Biobío (Red PAT), con el fin de modernizar este tradicional oficio de los sectores costeros del país y entregarles nuevas herramientas para ser más eficientes en el uso de los recursos, disminuir los tiempos de fabricación y mejorar la calidad del producto y poder abordar mercados más sofisticados como embarcaciones para deporte y turismo, especialmente considerando que la madera es un recurso sustentable.

De esta manera, por espacio de 15 meses, carpinteros y armadores de distintas localidades de la Región del Biobío, como Coliumo, Cocholgue, Lota, Coronel y Lebu pudieron acceder a una serie de talleres, seminarios y visitas en terreno, dictados por expertos internacionales y locales, donde han aprendido a reducir hasta en un 40% los tiempos de construcción de las naves, que es una de las principales desventajas cuando compiten con otros materiales, relata José Antonio Carrasco, director del Cetma.

El programa de rescate de este oficio ha comprendido desde talleres de curvatura de madera, corte, de uso de resina y otros materiales un poco más novedosos, uso de energía solar para propulsión y talleres sobre cómo funcionan los motores de los barcos, entre otros. “Lo que hacemos es llevar conocimiento a la práctica y esto lo vamos profundizando con otras temáticas que hemos ido descubriendo”, agrega el director del centro universitario.

Para Carrasco, la creación de una red que uniera a los carpinteros del Biobío con actores de países como Estados Unidos, Islas Canarias, País Vasco, Argentina, entre otros, era una parte esencial del programa. “Comenzamos a juntarlos y hacer una red que les permitiera ver que no están solos y que los desafíos que tienen son bastante parecidos. Al generar esta red de gente que hace lo mismo se sienten súper bien, reconocidos y sobre todo acompañados”, afirma el director.

Héctor Bustos Utreras (53 años), uno de los carpinteros de ribera de Lebu, con 32 años en el rubro, reconoce que esta iniciativa lo ha ayudado a ampliar sus conocimientos e incorporar nuevas formas de producción, visiones y futuros desarrollos.

“Este oficio no se aprende en la universidad ni en ninguna parte porque la mejor universidad es la vida, el trabajo. Con el Cetma hemos aprendido cómo aprovechar mejor los materiales, ser autosustentables y esas cosas”, detalla y luego recuerda con especial emoción a un experto estadounidense, “que quería llorar con la madera de nosotros que tenía en las manos. Dijo que nosotros trabajábamos oro, por la madera. Este oficio hay que cuidarlo y él nos felicitaba a todos”, detalla Bustos.

Nuevas generaciones

Este rubro focalizado en donde se desarrolla la pesca artesanal, está lejos de los principales centros tecnológicos, universidades y centros de conocimientos lo que, unido a la falta de capacitación ha llevado a que cada vez menos jóvenes quieran participar de este trabajo.

No es el caso de Edgar Gutiérrez de 28 años, quien es tercera generación de astilleros artesanales en el sector de Playa Negra, comuna de Coronel. “Incorporar lo que nos enseñan y poder proyectarlo en diferentes tipos de embarcaciones es lo que resalto de este taller”, relata el trabajador.

Viendo esta realidad, el Cetma abrió sus seminarios a los estudiantes de la especialidad de construcción del Liceo Polivalente doctor Rigoberto Iglesias Bastías de Lebu, con el fin de motivar su participación en este milenario rubro. En total 12 estudiantes de cuarto medio participaron de la pionera experiencia que tuvo un mes de duración y se concretó en la comuna de Cauquenes, Región del Maule.

«La idea surgió de los propios artesanos de ribera de la zona de Lebu, quienes nos pidieron tratar de acercarnos a los más jóvenes, para que los que estaban estudiando pudiesen reconocer que el oficio que sus padres practican tiene valor y es posible que lo realicen las nuevas generaciones», señala Diego Valdés, antropólogo y coordinador de comunidades del Cetma.

El profesor Victor Leal, encargado del área de carpintería del establecimiento educacional, explica que estas pasantías “les dieron a los estudiantes otra visión de lo que ellos podían hacer dentro de su perfil profesional. Ahora están conscientes que no solamente hay futuro en la construcción de viviendas de madera sino también pueden migrar hacia la construcción de embarcaciones”.

La joven estudiante Valentina Salgado, una de las dos mujeres que participó en estas pasantías, relata que “trabajar en una profesión tradicionalmente de hombres en un principio fue raro”. Pero que fue una jornada gratificante porque “conocimos a personas que les gusta lo que hacen y saben explicarlo bien, saben las técnicas de los trabajos, fue una linda experiencia”, concluye.

Por su parte, el presidente de CORMA, Juan José Ugarte, dijo que “la pesca artesanal tiene una larga historia en Chile, pero como toda actividad requiere de permanente innovación, por lo tanto esta alianza con las capacidades tecnológicas del Cetma de la Universidad de Concepción, con los carpinteros y estudiantes de liceos técnicos, es muy importante para actualizar la artesanía en las embarcaciones. Esto es un gran ejemplo de sinergias entre el mundo productivo, las tecnologías y la academia, que pueden construir horizontes de desarrollo muy importantes para nuestro país”.

Proyección

Tanto para los carpinteros de ribera, como para los astilleros artesanales los talleres abrieron una oportunidad para nuevas áreas de negocio. “Nosotros como astilleros queremos innovar en turismo y estos seminarios y talleres nos mostraron ese camino y toda la adaptación de tecnología, de poder diseñar una embarcación de turismo y generar turismo también en la zona”, detalla Gutiérrez, mientras que Bustos agrega que el cambio de área es inminente, ya que “la demanda de botes pesqueros va en decadencia, por lo que hay que potenciar nuevos rubros con el uso de la madera”.

 

 

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