Desde mediados de los ’90 un parásito conocido como la Mosca de los Cuernos, se ha convertido en un dolor de cabeza para el ganado bovino chileno y también para sus dueños, los ganaderos. Apodada así porque en África los bovinos tienen estas protuberancias, este molesto insecto altera el normal vivir de las vacas y las estresa, lo que se traduce en pérdida de peso y las consiguientes pérdidas económicas para quienes se dedican a su crianza en los campos.
Este parásito, que se cree llegó desde Argentina, obliga a los ganaderos a gastar grandes sumas de dinero en productos químicos de control, que con el paso del años comienzan a ser ineficaces. Así lo plantea Carlos Lüders, Doctor en Ciencias Biológicas y Veterinarias de la Universidad Católica de Temuco, quien lidera desde el año 2014 un proyecto para crear el primer fitofármaco biodegradable que permita combatir esta parasitosis.
“Los productos actuales -químicos- ya experimentan resistencia y eso obliga a los ganaderos a utilizar más de estos productos y con mayor frecuencia y eso tiene impacto en el medioambiente, por eso nos enfocamos en buscar una alternativa biodegradable”, señala.
Tras recibir el financiamiento del Fundación para la Innovación Agraria (FIA), Lüders junto a un equipo de la universidad comenzaron el estudio enfocados en elementos locales y naturales. “Evaluamos al menos siete árboles y plantas que tradicionalmente han sido utilizados como repelentes para otros insectos, preparamos extractos hidroalcohólicos y aceites esenciales con ellos, y llevamos las muestras a terreno para ver si cumplían como repelente o no.”
La sabia naturaleza
En una primera etapa, los investigadores se abocaron a la búsqueda bibliográfica y de conocimiento popular respecto a arbustos, árboles o plantas naturales que tuvieran compuestos repelentes o insecticidas. “En el fondo todo lo que hoy tenemos tiene un origen en la naturaleza. Por ejemplo, los piretroides tienen como origen una flor, de ahí sale la molécula que hoy se utiliza como insecticida. Pero siempre tenemos que estar buscando nuevas moléculas, porque los parásitos se van adaptando y generan resistencia, en esa búsqueda dijimos: bueno, volvamos a la naturaleza y busquemos un compuesto que tenga un efecto repelente y nos permita batallar contra esta parasitosis”, relata el jefe de la investigación.
La búsqueda terminó con la selección de siete especies vegetales: canelo, menta, melia, paraíso, toronjil, boldo y eucaliptus. Pero, sólo los dos últimos pasaron a la segunda etapa. “En la prueba de repelencia a nivel de extracto solo destacaron el Boldo y el Eucaliptus”, señala Lüders.
Para Celso Navarro, decano de la Facultad de Recursos Naturales de la Universidad Católica de Temuco, este proyecto tiene una importancia especial, porque por un lado genera una patente y por otro la investigación se basa en los bosques de Chile. “Los bosques hoy en el fondo son una gran farmacia, este es solo uno de los productos. Hay mucho desconocimiento y mucho por hacer con nuestras especies”.
Algo similar creen en la Corporación Chilena de la Madera (CORMA) sede Araucanía, donde su gerente regional Marcelo Bonnefoy, asegura que la comunidad científica ha mirado siempre al bosque para aprender de él y hoy, por las exigencias mundiales para el control de plagas en forma respetuosa del medio ambiente, esto se vuelve aún más importante. “El mundo forestal está abierto a colaborar en éste tipo de investigaciones. Nos interesa la sustentabilidad y prueba de ello es que el 70% de las plantaciones se encuentran certificadas con algún sello y poseemos Acuerdos de Producción Limpia en toda nuestra cadena productiva”.
Fitofármacos y su comercialización
El proyecto obligó a los investigadores a realizar perfiles cromatógraficos de cada especie arbórea seleccionada, ahí el boldo fue el que obtuvo las mejores propiedades como repelente, por eso -y pese a que el eucaliptus tenía también características muy idóneas- decidieron continuar con él a la prueba de duración. “era muy baja la duración del Boldo como extracto único, así que realizamos una formula sumando ciertos compuestos -también inocuos y que además tienen propiedades antioxidantes- alcanzando una conservación competitiva en el mercado” aclara el jefe del proyecto.
Otra de las ventajas de mercado de esta alternativa natural es la necesidad que tienen los compradores de carne y leche a producciones limpias de químicos y compuestos que puedan ser perjudiciales para el ser humano. “Creemos que este fitofármaco tiene dos ventajas, por un lado es una solución nueva y que no generaría resistencia del parásito por un buen lapso de tiempo y puede ser complementada con las soluciones actuales mejorando la efectividad; y segundo, le agregamos un nuevo valor al boldo y a otras plantas”, aclara Jaime Quilaqueo, director de Innovación y Transferencia Tecnológica de la Universidad Católica de Temuco y responsable de la comercialización del producto.
A la fecha, Quilaqueo ya ha entablado conversaciones con empresas del rubro e instituciones. “Ha existido una interesante acogida, porque es un producto innovador, además las tendencias internacionales apuntan a los fitofármacos para el control de enfermedades, pero todavía debemos avanzar, en especial en la normativa” aclara.
El Servicio Agrícola y Ganadero -SAG- exige estudios y análisis muy exhaustivos para introducir nuevas tecnologías y generalmente los fondos para estos fines son escasos y por otro lado, la empresa privada no suele invertir en productos que no cuenten con la certificación oficial. “Es una brecha a superar, pero lo importante es que la aplicación funciona y esperamos de aquí a dos años poder comercializarla”, afirma el director de Innovación.
Tras varios años de trabajo, han logrado que el repelente de boldo tenga una duración de al menos 48 a 72 horas en los animales, tiempo menor al de las alternativas químicas, pero que complementan con los beneficios de sustentabilidad. En paralelo desarrollan otro repelente basado en el eucaliptus, pero que requiere de mayores estudios.
“Acá se están usando compuestos naturales que tienen la ventaja de ser biodegradables, una cualidad que cada día se exigen más.”, precisa Carlos Lüders.
Este repelente biodegradable de Boldo se espera que salga al mercado el 2019, para lo cual ya trabajan en nuevas pruebas de campo y análisis más detallados, así como en la obtención de las certificaciones chilenas que permitan comercializar un producto eficaz y biodegradable en el control de la molesta ‘mosca de los cuernos’.
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