Cambio climático: a romper el chanchito

Este mes de noviembre se está desarrollando una nueva cumbre internacional sobre cambio climático (COP 22 por sus siglas en inglés), que se llevará a cabo en la ciudad de Marruecos, y cuyo foco estará puesto como nunca antes en el pragmatismo. Es decir, más que compromisos de mitigación,  esta vez se trabajará en cómo financiar los compromisos de reducción de gases de efecto invernadero (GEI) de países de distintas escalas económicas, para que la temperatura mundial no suba más de 2 grados Celsius, el objetivo principal del acuerdo de la última cumbre en París. 

En este sentido, se pronostican dos grandes líneas de acción en esta cumbre. La primera es el desarrollo de capacidades, especialmente a través del apoyo técnico a los países vulnerables a los cambios climáticos. Y la segunda, obtener mecanismos de financiamiento por US$100 mil millones anuales para lograr las metas. 

¿Y en qué estamos nosotros? Chile también suscribió este acuerdo, por lo que se comprometió a reducir sus emisiones de CO2 por unidad de PIB al 2030 en un 30% con respecto al nivel alcanzado el año 2007. Se trata de un esfuerzo mayúsculo y que necesitará, sin dudas, del apoyo del sector privado, cuyas industrias deberán hacer los ajustes necesarios para alcanzar las metas propuestas.

De hecho, una de las áreas clave para lograr la reducción es justamente el sector energético y más específicamente, la energía renovable .En este sentido, el sector forestal y en particular la industria de la celulosa, ha realizado un aporte sustantivo y consistente durante más de 20 años al producir energía limpia y renovable proveniente de biomasa forestal. Con este combustible no fósil generamos un círculo virtuoso que nos permite autoabastecer de energía nuestras plantas industriales y aportar a la matriz eléctrica del país con un suministro continuo y confiable. 

Si el pragmatismo será el foco en este nuevo acuerdo de las partes, en Chile también debemos pasar de la proyección a la practicidad, trabajando juntos -tanto el Estado como el mundo privado- en acelerar e impulsar proyectos que tengan como objetivos mitigar los efectos del cambio climático.