La inminente Conferencia de Las Partes (COP) 25 en Chile, y a propósito de la búsqueda de las mejores opciones para capturar carbono en los bosques, ha vuelto a revivir en algunos sectores la idea de que existe un dilema o contraposición entre plantaciones forestales y bosque nativo.
Al respecto, y sobre los roles que tiene para el hombre la biodiversidad y la especialización, el connotado científico neozelandés Wink Sutton escribía en su artículo “Plantation Forests Protect our Biodiversity” (1995) que el ser humano necesita disponer de una amplia variedad de opciones para obtener alimentación, energía, materiales de construcción, fibras, medicinas y otros, gran parte de las cuales las provee la biodiversidad. Ésta, es fundamental para mantener el equilibrio natural y, por ende, la vida de nuestro planeta. De entre muchas opciones, el hombre elige sólo las especies más eficientes para los distintos usos y las reproduce. Precisamente, Sutton indica que cerca de un 70% de las necesidades de alimento son abastecidas sólo por nueve especies de vegetales, una de aves y tres de otros animales.
La única forma en que el mundo pueda alimentar su población actual, que ya supera los 7 mil millones, es gracias a las técnicas agrícolas y ganaderas especializadas, muchas de las cuales se usan desde hace más de 8 mil años. En la época de la caza y la recolección, se requerían 100 hectáreas de bosque biodiverso por persona para alimentarse. Con ese estándar, hoy necesitaríamos 180 veces todos los bosques y selvas del planeta para sobrevivir.
Este aumento enorme de la ecoeficiencia (menor uso de recursos naturales para un cierto fin), que ha hecho posible nuestra supervivencia y a la vez conservar gran parte del planeta, se refleja en que, por ejemplo, desde 1960 a la fecha, la tierra ha disminuido a la mitad el requerimiento para alimentar a una persona y, en los últimos 20 años, la demanda de tierras para la agricultura bajó en 50 millones de hectáreas.
Con los bosques pasa algo similar. El mundo utiliza unos 3,8 billones de metros cúbicos de madera al año – la mitad para combustible- y se espera que esta demanda supere los 8.0 billones de m3 al 2050, según la FAO. Esto podría someter a una enorme presión a los 4 mil millones de hectáreas de bosques (principalmente nativos) del planeta, la cual es potencialmente muy destructiva para ellos, pues es imposible garantizar su adecuado manejo ante una presión de esta magnitud.
Las plantaciones forestales hoy absorben casi un 40% de la demanda mundial, y pueden absorber la demanda adicional utilizando una superficie de entre 1/10 y 1/20 respecto a otros bosques promedio del mundo, o sea, con sólo un 5% de la superficie. Son una respuesta especializada, a partir de una selección de las especies más eficientes para producir madera, que permite regular la presión de demanda y hacer posible la conservación de los ecosistemas naturales, al igual que lo hizo la agricultura.
Así, los bosques naturales, ricos en biodiversidad; y las plantaciones, eficientes en producir madera, son complementarios y no antagónicos. Sin los primeros no se podría seleccionar las más eficientes especies madereras, y sin plantaciones no se podría asegurar la conservación de los bosques naturales del mundo. El foco de nuestra preocupación debiera ser que éstas se ejecuten en forma sustentable, y para ello hay una amplia vertiente de trabajo con los estándares de certificación, los científicos y las comunidades.
Chile, presenta muchos avances en la materia, a través de lo desarrollado en el ámbito del Consejo de Política Forestal del Ministerio de Agricultura y su propuesta de la Política Forestal 2015 -2035, que pone los énfasis en la necesidad de manejar los bosques nativos para potenciar su producción de madera y de servicios ecosistémicos, fortaleciendo con ello su conservación, a la vez, que forestar con plantaciones terrenos descubiertos sin alternativa agrícola, apuntando a una participación cada vez más inclusiva de todos los actores del sector forestal, del que reciben ingresos 420 mil personas entre empleo directo, indirecto y no asalariado.
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