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Microempresarios del carbón: el rentable negocio que une a mapuches y forestales

Un proyecto para hacer carbón con madera residual de los raleos de dos empresas forestales, permitió crear un sustentable negocio para un grupo de comunidades mapuche en la comuna de Chol Chol.
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En una región donde se acostumbra a decir que entre comunidades y empresas forestales solo hay enemistad, surgen historias que demuestran lo contrario. En los sectores de Repocura y Malalche en Chol Chol, hace tres años que Forestal Mininco de CMPC y Bosques Cautín comenzaron una relación productiva con sus vecinos mapuche quienes terminaron convirtiendose en microempresarios del carbón, producto para el que tienen una marca creada y que hoy distribuyen dentro y fuera de la región. 
 
Newén Kütral
 
La Cooperativa Newén Kütral agrupa a 15 comuneros mapuche de la zona, que mancomunadamente con un gestor del proyecto y las empresas forestales, postularon la idea a la  Fundación para la Innovación Agrícola (FIA) logrando fondos por cerca de 200 millones de pesos. 
 
“A nosotros esto nos cambió la vida, antes cada uno trabajaba el carbón, pero por su cuenta. Yo lo iba a repartir en carreta a Temuco, ahora tenemos maquinaría, vehículos, bolsas y repartos en Villarrica, Pucón, Freire, Lautaro y otras ciudades de la región”, dice José Curamil, presidente de la Cooperativa.
 
Cuenta que “tenemos brigadas, cada una se reparte en los predios. Las forestales nos avisan cuando podemos ir a retirar los desechos, vamos con bueyes y acarreamos toda la madera, de ahí un camión se encarga de sacar los troncos y llevarlos a los hornos. Ahí hacemos el carbón y lo traemos después a nuestro centro de producción en Chol-Chol, donde con maquinaría que logramos gracias al proyecto, hacemos las briquetas y las bolsas para repartir”.
 
Actualmente el producto estrella son bolsas parrilleras de carbón que las entregan a supermercados y pequeños locales comerciales de la región, pero quizás lo más atractivo es la forma cómo lo producen. “El trabajo es bastante extenso, en un día podemos limpiar una hectárea de terreno, pero nos quedamos como 3 o 4 días acampando porque hay que bajar con bueyes la madera al camino, luego hay que traerla a los hornos, tenemos de dos tipos; de tierra que son de tres metros de profundidad y donde introducimos los troncos, se prende fuego y luego se tapan, ahí se carbonizan los troncos no se quema, porque no hay oxígeno, este proceso puede tomar una semana; el otro -más moderno- es con hornos metálicos que instalamos en distintos puntos y que cumplen la misma función, pero se demoran un día en producir”, cuenta Germán Curamil, integrante de la Cooperativa.

El proyecto
 
La idea central nació de Marcelo Molina, hoy coordinador general del proyecto, quien reunió a las comunidades y les contó la idea, generó un grupo de trabajo y convenció a las forestales de otorgar la materia prima. Luego, postularon en conjunto a los fondos. 
 
Molina cuenta que tras tres años se han invertido aproximadamente 200 millones de pesos. “Mi tarea es que los dineros que nos entregan el Fondo de Innovación Agraria y lo que entregan las forestales  se utilicen de buena forma. Hemos comprado maquinaria, pagamos el arriendo de un galpón donde se hace el carbón, construimos los hornos, compramos equipamiento de trabajo, adquirimos un camión para el reparto, pagamos capacitaciones, etc.”, relata.
 
Del 2015 a la fecha, ya han logrado trabajar cerca 1.200 hectáreas de bosque en predios de la comuna de Chol Chol, cercanos a las viviendas de los integrantes de la cooperativa, lo que les ha significado un cambio rotundo en sus vidas. 
 
“Nosotros estamos muy agradecidos, porque nos regalan la madera, antes vendíamos poco carbón porque producimos muy poco, todos tenemos algunas hectáreas de terreno, pero la madera era escasa”, asegura Andrés Morales, otro de los integrantes de la Cooperativa a quien encontramos en el proceso de traslado de los troncos desde un fundo de Forestal Mininco hacia los hornos. 
 
“Para nosotros, las forestales son nuestro socios. Creo que las comunidades que piensan lo contrario están muy equivocadas porque uno tiene que conversar las cosas, así salen grandes proyectos como éste”, agrega.   
 
El valor de la certificación
 
Para el éxito del proyecto Forestal Mininco aportó con cerca de mil hectáreas de dos predios que tienen en la comuna de Chol Chol. Por su parte, Bosques Cautín hizo lo propio con aproximadamente 200 hectáreas, además en conjunto inyectan el capital anual que exige la FIA para poder otorgar los recursos públicos, dineros que son esenciales. 
 
Luis Alfaro, subgerente de asuntos sociales de Bosques Cautín explica que les interesó el proyecto porque cumple con la filosofía de la empresa. “La propuesta en sí era innovadora y muy atractiva para nosotros, porque habían comunidades involucradas y porque podíamos ayudar entregando materia prima y, a la vez, consolidamos los llamados productos forestales no madereros”. 
 
Alfaro manifiesta que participar de este tipo de iniciativas potencia lo aprendido en los últimos años con las certificaciones internacionales. “Al estar certificados trece años hemos tenido una carrera de aprendizaje tanto a nivel social, ambiental como económica. Nos hemos interiorizado que debemos hacer las cosas bien con nuestros vecinos y por eso hoy cuando entramos a faena los involucramos, gran parte de la mano de obra es rural y no contamos con faenas mecanizadas. Nuestra política es aportar al desarrollo local.” 
 
Para Mininco en tanto esta relación es una más de las que han tenido con distintas comunidades a lo largo de la región, Nazir Hechem, quien fuera el Subgerente de Asuntos Públicos de Forestal Mininco, cuando se inició el proyecto, y actual Subgerente de Inversión y Compra de Fundos, explica que vieron el potencial de esta idea y por eso decidieron apoyarla. “Con este tipo de proyectos tú tienes dos beneficios; uno, mantener y mejorar la relación con las comunidades, mejorar su condición de vida por otorgarles un ingreso permanente y dos, minimizamos los riesgos de incendios forestales”. 
 
Lo último no es menor, justamente la madera residual de los raleos, que son árboles defectuosos que se extraen años antes de la cosecha de los bosques y que permite un mejor aprovechamiento del sitio por parte de los árboles de mayor calidad, son -en la zona- un verdadero combustible para los incendios. En este caso ese riesgo se ha extinguido gracias a este proyecto, bajando incluso costos operacionales ya que no necesitan contratar grandes brigadas a cargo del proceso de extracción. 
 
El gerente de CORMA sede Araucanía, Marcelo Bonnefoy, cuenta que la evaluación de este proyecto es muy positiva en el mundo forestal, ya que hoy existe un planteamiento entre los socios del gremio de apoyar e impulsar el desarrollo económico, cultural y educacional de los vecinos de los predios. “¡Qué mejor que entregar un subproducto que no se está aprovechando, a quienes sí lo necesitan!”, destaca con entusiasmo.
 
Y agrega que con este proyecto se logra además la protección de nuestros ecosistemas más frágiles, “porque evitamos que la materia prima para el carbón se vaya a extraer a los pocos bosques nativos que quedan en esos sectores y se apoya a las comunidades con técnicas modernas para que sean más productivos y tengan mayores ingresos”.
 
El apoyo financiero de la FIA finaliza en unos meses. Ahí será labor de los integrantes de la Cooperativa Newén Kütral continuar produciendo carbón, considerando que la materia prima y la técnica de trabajo ya la tienen, así como la maquinaría y vehículos para el transporte y por último quizás lo más importante, a los clientes. Un verdadero negocio que lograron crear en estos tres años junto a las forestales y que les permitió convertirse en verdaderos microempresarios del carbón.
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