Hoy es un día importante para nuestro gremio y nuestro sector. Como Corporación Chilena de la Madera, con gran satisfacción damos por inaugurada la Décimo Novena versión de la Feria Internacional, Forestal, Celulosa y Papel, EXPOCORMA.
Es la culminación del esfuerzo de muchas personas, a quienes, a nombre de la Corporación y mío propio, extiendo todos nuestros agradecimientos y felicitaciones, especialmente a nuestros expositores, cuya presencia da sentido y fortaleza a este evento.
EXPOCORMA no sólo es una muestra de equipamiento, innovación y tecnología, sino también un punto de encuentro de diversos actores del mundo forestal, desde los productores de plantas hasta quienes trabajan en la industria pesada, pasando por Pymes forestales e industriales, profesionales, representantes gremiales, académicos, ejecutivos y trabajadores, y también actores del mundo forestal desde diversos ámbitos en el sector público. Agradezco la presencia hoy de todos ustedes y en especial de las autoridades nacionales y regionales que nos acompañan.
Esta ocasión, como es tradicional, nos brinda la oportunidad para reunirnos y reflexionar, mirar lo ya andado y vislumbrar el futuro.
Debemos partir por hablar de la más grave catástrofe que ha afectado al sector forestal desde los grandes incendios que arrasaron durante años bosques nativos en Aysén entre 1930 y 1940, como fueron los grandes siniestros de Enero de este año. En esta ocasión se perdieron 14 vidas humanas, fueron destruidas y dañadas numerosas viviendas, se afectaron más de 460 mil hectáreas, incluyendo más de 220 mil hectáreas de plantaciones productivas; y se dañaron más de 20 instalaciones industriales de Pymes madereras. La superficie afectada superó en diez veces el promedio histórico de incendios rurales. Todo lo anterior impactó en la pérdida de trabajos, en el fin de una forma de vida para muchos y generó en la gente un ambiente de temor y un halo de desconfianza respecto al desarrollo de la actividad y la gestión de sus externalidades.
Ante esta catástrofe, el sector se vio sometido a una dura prueba. Los equipos de combate privados y públicos combatieron los incendios con todas sus fuerzas. El público se atemorizó y fijó su atención en nosotros. La ocasión fue aprovechada por detractores del sector que generaron todo tipo de versiones sin fundamento, acusando desde auto atentados hasta culpar a la existencia de plantaciones forestales por los trágicos sucesos. Mientras nuestras brigadas luchaban en terreno contra el fuego, el gremio debió salir a enfrentar estas versiones en todas las tribunas públicas disponibles, apoyados por profesionales y científicos que comprendieron la necesidad de informar correctamente al público.
Terminados los incendios, nuestro gremio promovió acciones de apoyo para los pequeños productores a través de CORFO, y abordó un arduo trabajo para generar, en el seno del Consejo de Política Forestal – sobre el que comentaré más adelante- y en consenso con diversos actores del sector, un Protocolo de Plantaciones, llamado a establecer un modelo de mejores prácticas para lograr que las nuevas plantaciones forestales sean más sustentables. Uno de sus principales ejes aborda los elementos de prevención que deberán tenerse en cuenta frente a los incendios rurales, en materia de continuidad de combustibles y precauciones en las interfaces con los centros urbanos. Este trabajo será un gran aporte para responder a las preocupaciones y temores del público, y a generar un modelo efectivo que permita reducir los riesgos de propagación de los siniestros.
También indicamos la necesidad de desarrollar sistemas de prevención en zonas de interfaz rural – urbana, aspecto que fue abordado en conjunto con la Agencia de Sustentabilidad y cambio Climático. Las empresas forestales están participando activamente en la naciente “Red de Prevención Comunitaria”, que tiene detectados a la fecha más de 350 puntos críticos y se encuentran ya operando en 150 de ellos. El concepto es empoderar las comunidades de las zonas de interfaz, convocando vecinos urbanos y rurales, bomberos, el municipio respectivo y otros actores relevantes para desarrollar un análisis de riesgo, un plan de prevención y medidas de educación y gestión de la emergencia.
Las empresas forestales han analizado la experiencia de los grandes siniestros de Enero, y junto con lo anterior, están reforzado sustancialmente sus equipos de prevención y combate, elevando la inversión en un 60%, a US$ 80 millones. Se trabaja en mejorar la coordinación con Conaf y otros organismos del Estado, e introducir nuevos elementos como la posibilidad de efectuar combate nocturno de incendios, tema que está en estudio por parte del Ministerio de Defensa.
Nada de lo anterior, sin embargo, funcionará en forma efectiva si no se aborda en forma eficaz el tema de la intencionalidad, que es una causal creciente de la siniestralidad.
Así es como, a menos de un año de este devastador golpe, el sector trabaja arduamente por ponerse nuevamente en pie y mirar hacia adelante.
Esto implica una convicción profunda: el sector forestal es clave para el desarrollo sustentable y armónico de Chile. Creemos fehacientemente que nuestra labor es un aporte clave y estratégico para el país y nuestro desafió es que todos los chilenos también compartan este sentimiento por nuestra actividad, y para ello es fundamental no cansarnos de informar y estar siempre disponibles para atender las inquietudes del público en forma transparente.
No olvidemos que nuestra actividad, de la mano de Federico Albert, durante el gobierno del Presidente Balmaceda, a fines de los 1800, trajo de vuelta los árboles a un país en ese tiempo devastado por la erosión, recuperando los suelos degradados por la expansión granelera de los siglos XVIII, XIX y principios del XX y que en esa condición habían sumido en la pobreza al agro. Casi el 90% de las plantaciones forestales se establecieron en estos suelos, no sólo sirviendo de base a lo que hoy es nuestra actividad económica, sino que capturando a través de la fotosíntesis un 20% de las emisiones de carbono del país, a través de los 120 millones de árboles que se plantan cada año.
Estos nuevos bosques han aportado a conservar los bosques naturales de Chile y el mundo, pues logran contribuir a absorber la creciente demanda de madera utilizando solo la décima parte de terreno por tonelada de madera. De este modo, y junto con la acción pública a través del Sistema de Áreas Silvestres Protegidas, Chile logra ser uno de los pocos países del planeta donde los bosques nativos no disminuyen su superficie, que en nuestro caso supera los 14 millones de hectáreas (4,4 veces el territorio de Cataluña o casi 4 veces el de Taiwán).
Entonces, hoy podemos decir con orgullo que trajimos a los árboles de vuelta y que estos árboles son vidas para Chile.
Esta tierra que recuperamos, pese a su intrínseca situación inicial de deterioro, contribuyó en forma importante a la superación de la pobreza rural. Las comunas forestales desde 1970 a la fecha han reducido la extrema pobreza a una tasa similar a las comunas agrícolas, pese a utilizar suelos no arables, de muy inferior calidad. Sobre la base de este recurso se ha construido una amplia cadena productiva donde participan más de 10.000 agentes económicos de todos tamaños, en diversas etapas de la cadena de valor. Esta actividad genera más de 400 mil empleos entre directos, indirectos y no asalariados. Y lo que es muy importante, está muy fuertemente arraigada en regiones, fomentando la descentralización de Santiago, pues 80 comunas de cinco regiones del país han visto fortalecida su identidad a través del sector forestal y han hecho posible su sistema de vida. Con su trabajo, miles de familias del mundo forestal han aportado al desarrollo de sus hogares y de Chile.
La actividad que se generó a partir de estas tierras rescatadas de la desertificación no sólo impacta en las regiones, sino en el país. Su encadenamiento productivo es extenso, cubre ámbitos muy amplios desde la producción de plantas al flete naviero que colocará productos en más de 100 mercados. Y su efecto multiplicador en otros sectores está entre los más altos de la economía, superando en ello a sectores emblemáticos como la construcción y el comercio.
Así, pensamos que el sector forestal ha generado un círculo virtuoso para el desarrollo de Chile, logrando conciliar desarrollo económico, ambiental y social, descentralización y encadenamientos productivos a nivel local y nacional. Este círculo virtuoso ha sido la historia que durante más de 40 años permitió no sólo cumplir el objetivo inicial de traer los árboles de vuelta al país para combatir la erosión, sino también generar valor local y ayudar a la descentralización, y transformar la actividad forestal en una de las 3 más importantes para el desarrollo sostenible de Chile. Y nos permite imaginar los próximos 40 años con una industria innovadora, ambientalmente amigable, generadora de valor compartido y aporte clave para el futuro del país.
Nuestro círculo virtuoso cruza fronteras; hoy, un poste de la luz en Sudáfrica creció en suelo chileno; la hoja del cuaderno de un estudiante en Asia en su origen impidió la erosión en Chile y la mesa de un hogar en Antofagasta fue producida por un pequeño productor del Maule.
Estimados amigos,
Todo lo antes dicho no constituye para nada un llamado a la autocomplacencia y mucho menos a pensar que todo está perfecto y no hay nada que mejorar. Por el contrario, hemos trabajado mucho para identificar las brechas por cerrar, los aspectos por corregir y los nuevos desarrollos por abordar, y este trabajo lo hemos hecho en conjunto con los actores relevantes de la sociedad.
En efecto, el año 2015 fue creado el Consejo de Política Forestal, con amplia representación de los principales actores ambientales, sociales y productivos vinculados al sector. Luego de más de un año de trabajo, el Consejo formuló la “Política Forestal 2015-2035”, construida desde el consenso y que traza una línea de desarrollo con fuerte preocupación por la conservación ambiental y la inclusión social. Fue en el seno del Consejo donde se escuchó a las partes interesadas y se definieron los ámbitos a perfeccionar o fortalecer y las nuevas iniciativas de interés común.
Nos parece muy importante destacar que este proceso fue notable por la capacidad de los actores de construir confianzas y mirar el largo plazo con un objetivo país y no dejarse capturar por ambientes contingentes de crispación política. Creemos que esta debe ser una instancia que se debe mantener y fortalecer más allá del gobierno contingente, trabajando en función a las líneas de política propuestas.
Las líneas de política se abordan a través de cuatro ejes: “Institucionalidad forestal”, “Productividad y crecimiento económico”, “Inclusión y equidad social” y “Protección y Restauración del patrimonio Forestal”
Entre los principales lineamientos, están:
• La necesidad de fortalecer la institucionalidad del sector, la que hoy no se encuentra a la altura de su importancia en lo económico, social y ambiental, y cuya actividad se ha centrado casi exclusivamente en el quehacer agrícola.
• El establecimiento de 500 mil nuevas hectáreas de plantaciones en terrenos de pequeños y medianos propietarios, y el manejo productivo de 1 millón de hectáreas de bosque nativo hasta el 2035.
• Transformar las condiciones económicas, sociales y ambientales de los asentamientos humanos vinculados al territorio forestal, promoviendo el respeto a los derechos de las personas, la inclusión y participación de las comunidades rurales y pueblos indígenas, alcanzando un armónico crecimiento económico, desarrollo social y relación con el medio ambiente
• Restauración de 200 mil hectáreas y manejo con fines de protección y conservación de 450 mil há al año 2035.
• Aumentar la utilización de la madera en la construcción de un 18% a un 30%.
Creemos que el aporte de la Política Forestal es un insumo clave para la gestión de las nuevas autoridades de Gobierno que deberían asumir el próximo año.
Junto con esto, hay otros temas muy importantes de abordar a contar del nuevo período, como los siguientes:
• Mejorar la productividad del sector (y otros sectores) a través del mejoramiento de la logística y la infraestructura, articulando las condiciones para incrementar el límite de carga por camión de 42 a 75 toneladas, y desarrollando los ferrocarriles de carga en sus velocidades, tamaños y capacidades por carro.
• Apuntar a formular políticas públicas de transporte que den un marco global a la planificación de inversiones con un enfoque de largo plazo y una mirada de Estado, trascendiendo los períodos de cada gobierno.
• Generar una ley de fomento a la forestación para pequeños y medianos propietarios, considerando las metas de la Política Forestal y el hecho de que la forestación nueva prácticamente se ha reducido a 0. Los estímulos debieran considerar la necesidad de un adecuado manejo de las plantaciones con apoyo de asistencia técnica para garantizar que el esfuerzo no se pierda, incorporar incentivos a la asociatividad, al uso de plantas mejoradas genéticamente, y valoración de la certificación de manejo forestal sustentable, entre otros aspectos. Es importante aquí articular instrumentos de apoyo a pequeños y medianos forestadores para recuperar sus bosques perdidos en los incendios
• Generar una ley integral y moderna sobre el tema incendios. Existe un borrador de proyecto ampliamente consensuado entre los diversos actores involucrados, elaborado en la primera administración de la Presidenta Bachelet, que consiste en una propuesta que incluye aspectos de prevención y manejo de los siniestros y la responsabilidad de cada propietario en la protección. Consideramos necesario reactivar este proyecto o uno similar.
• Avanzar en lograr la paz social y erradicar la violencia política en los territorios, para garantizar los derechos constitucionales de todos a trabajar y vivir en paz, y rescatar las zonas afectadas del flagelo del abandono y la pobreza, en que cada año se van sumiendo.
• Destacar la necesidad de buscar las herramientas para que aquella parte del bosque nativo que tiene capacidades productivas pueda incorporase al manejo sustentable y hacer crecer aún más las economías locales.
Quisiera, por último, referirme a la labor gremial. Es a través de esta actividad, muchas veces agotadora y siempre desafiante que logramos cumplir misiones en las que sólo la unión de nuestros objetivos consigue resultados que individualmente, para cada empresario forestal, serían inalcanzables.
Participar en este gremio es poseer un pensamiento colectivo, es alejarse del individualismo para ir por metas generales; saber que debemos mirar más allá de nuestras fronteras y reconocer obligaciones mayores a las de defender las expectativas de nuestros asociados; y asumir que somos un aporte al país y por ello, debemos acompañar causas de beneficio común, volviéndonos motor de estas causas.
La labor gremial nos permite tener una reflexiva mirada en perspectiva del pasado y del futuro de nuestra industria.
Por otro lado, como CORMA tenemos un trabajo pendiente: debemos abordar el fuerte cambio de la ciudadanía, su empoderamiento y el arribo de las redes sociales en este nuevo convivir social. En este camino es necesario también modernizarnos como gremio e introducir cambios que nos mantengan vigentes. Debemos esforzarnos en un trabajo sistemático que busque conectarnos con la opinión pública con capacidad de comprender sus puntos de vista. También hacemos nuestra la misión abordada por la CPC y la SOFOFA de lograr una visión del empresariado más empática con la sociedad, y una mayor comprensión por parte de ésta de la importancia crucial de nuestro rol.
Nos espera un trabajo duro, tenemos una deuda con la construcción de una identidad sectorial e instalar un valor asociado a la industria en toda la sociedad. Como ya hemos visto, la actividad forestal hace una importante contribución ambiental, social y económica al país y sus regiones, y sus trabajadores y empresas, grandes, medianas y Pyme realizan un trabajo digno que nos enorgullece, pero debemos lograr que los diversos sectores lo puedan apreciar, derribando sus prejuicios.
Necesitamos ser y mostrarnos un sector inclusivo, donde nadie sobra: vale cada trabajador, cada campesino, cada forestador, cada Pyme maderera, cada académico, cada funcionario público; y también valen las empresas de todos los tamaños, sin las cuales no podríamos constituirnos como una alternativa al cobre como una fuente de creación de valor para Chile con proyección global.
El desafío está planteado y queda en manos de los colaboradores actuales y futuros de nuestro gremio y de nuestros socios, todos invitados a dar lo mejor con una mirada común y de futuro para hacer este sector cada día más grande, igual que su aporte al desarrollo sustentable y a la calidad de vida de todos los chilenos.
Muchas gracias.