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La desinformación del sector forestal no es casual

  

Por Julio Torres, Secretario Ejecutivo Colegio de Ingenieros Forestales de Chile, CIFAG.

En el último tiempo, se han publicado dos informes de evaluación ambiental sobre Chile que abordan la situación de los bosques y su relación con las plantaciones forestales. Primero fue el Informe de Desempeño Ambiental 2016, elaborado por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y luego, el Informe País Estado del Medio Ambiente 1999-2015, preparado por el Centro de Análisis de Políticas Públicas de la Universidad de Chile. 

Específicamente al describir el impacto de las plantaciones forestales sobre la conservación de la diversidad biológica, el Informe OCDE señala que en Chile se pierden anualmente 120.000 hectáreas de bosque nativo al ser reemplazadas por plantaciones. Esta cifra, además de incorrecta, es completamente absurda. Luego se vuelve a equivocar al proyectar que el bosque valdiviano desaparecerá en 20 años a la actual tasa de deforestación.

¿Podría el error deberse a referencias equivocadas? En el caso de las 120.000 hectáreas el documento cita “WWF in Chile – threats to local biodiversity” del año 2015, al que no se puede acceder porque el link de la bibliografía no conduce al documento citado. Sin embargo, esa no es una excusa válida, ya que existe el acceso expedito y actualizado a las fuentes oficiales del Ministerio de Agricultura y, además, cualquiera que conozca medianamente bien la dinámica de cambio de uso del suelo en Chile sabe que es imposible que se pierdan actualmente 120.000 ha anuales de bosque nativo en Chile, por cualquier razón y menos por plantaciones forestales.

Lamentablemente este error, a un nivel menor, se replica en el Informe País Estado del Medio Ambiente 1999-2015. Nicolo Gligo, director del Centro, señala en una nota de prensa  que actualmente se pierden 17.000 hectáreas anuales de bosque nativo y que sería posible frenar el problema, prohibiendo su reemplazo por plantaciones. En la misma nota  agrega que “este informe ayuda a tener información en el tiempo, a analizar las tendencias y eso es fundamental para crear conciencia de que estamos muy mal”. 

Sin embargo, contradiciendo esta afirmación, se observa que las 17.000 hectáreas que menciona no corresponden a una tendencia, sino a un promedio aritmético (todo lo contrario a una tendencia) calculado dividiendo la superficie perdida de bosque nativo por el período en años del estudio. En este caso 237.126 hectáreas divididas en 14 años (1999-2013). El resultado de este cálculo arroja 16.938 hectáreas anuales.

El riesgo de calcular el promedio aritmético es que se estima que existió una pérdida equivalente para cada año, desconociendo todo el cambio ocurrido en materia de gestión forestal en estos últimos catorce años, entre los cuales uno de los más relevantes es la prohibición de sustituir bosque nativo por plantaciones forestales como práctica silvícola. De esta manera el promedio anual de 16.938 hectáreas sobrestima la pérdida actual y no reconoce la tendencia. 

Pero si por un minuto asumiéramos que la cifra es correcta y que se perdieron casi 17.000 hectáreas de bosque nativo el año 2015 como afirma el informe, ¿Dónde está esa pérdida? ¿En qué regiones? ¿Cómo fue posible que ocurriera? ¿Quién autorizó el cambio? ¿CONAF? ¿Hay planes de manejo aprobados para esa corta de bosque nativo? Claramente deberían existir planes de manejo para cortar 17.000 hectáreas de bosque nativo en un solo año y estos planes deberían ser públicos según la Ley de Bosque Nativo. ¿Fue esta superficie reemplazada por plantaciones forestales? Difícilmente esto puede ser verdad, ya que el año 2015 se plantaron no más de  2.000 hectáreas en todo el país. Los números no dan. Tampoco dan para el año 2014 o 2013.

No se puede publicar una cifra en un Informe de esta naturaleza y divulgarlo sin hacerse cargo, al mismo tiempo, de las interrogantes que plantea dicha cifra. Estas preguntas son válidas y el estudio debería hacer un mínimo esfuerzo por contestarlas. De lo contrario el dato no resulta verosímil. Tampoco resulta verosímil afirmar que esta supuesta pérdida se soluciona prohibiendo una actividad que en la actualidad no ocurre, como es el establecimiento de plantaciones forestales. En Chile hace rato que no se plantan nuevos bosques y sólo se reforesta lo cortado, lo que constituye una obligación legal.

Resulta inexplicable la publicación de estas cifras en documentos elaborados por organismos internacionales o por universidades de prestigio, pero resulta más inexplicable la ausencia de un pronunciamiento claro de la Corporación Nacional Forestal para confrontarlas. Estas cifras indirectamente declaran que existe una inoperancia del servicio forestal, al no ser capaz de detener la supuesta pérdida acelerada de nuestro bosque nativo que se proclama través de la prensa.

Ahora bien, esta lectura del desempeño de CONAF no dejaría de ser injusta ya que, gracias a la gestión pública que lidera, somos uno de los pocos países en el mundo que ha detenido la deforestación de sus bosques, hecho que ha sido  reconocido por FAO y otros organismos internacionales (pero no por la OCDE al parecer). Por lo mismo, resulta aún más incomprensible el silencio del servicio forestal ante lo que publican estos informes.

También resulta inexplicable que un organismo internacional como OCDE utilice referencias del WWF y no de CONAF, para dimensionar la realidad del bosque chileno, y luego las incorpore en un documento oficial sin validarlas.   

En cuanto al Informe de la Universidad de Chile, cualquier estudio que publique una cifra de deforestación histórica y sostenga, a través de una extrapolación aritmética, que esa cifra se mantiene en la actualidad, debe estar dispuesto a mostrar exactamente dónde se produjo esa pérdida y porqué el servicio forestal nacional la permitió. Si no lo hace, simplemente está divulgando información que no puede probarse y, por lo tanto, actuando de manera irresponsable.

Ante lo que plantean estos informes, uno no puede menos que sospechar que la desinformación sobre el sector forestal en este tema no es casual. Existe una intención de sobredimensionar la pérdida actual de bosque nativo y atribuirla a causas que, en la situación actual de esta actividad, son delirantes.

 
 
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