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Beneficios de fomentar la forestación

  

Por Julio Torres, Secretario Ejecutivo CIFAG.

En el debate forestal hay voces que critican duramente la política de apoyo del Estado al establecimiento de plantaciones forestales mediante el D.L. 701 en los últimos cuarenta años, y rechazan tajantemente que esa política de incentivos se extienda un nuevo período. Levantan una serie de argumentos y cifras que terminan abrumando a la ciudadanía y a los medios de prensa; lo que a su vez genera una campaña de desprestigio de las plantaciones forestales que hasta ahora ha sido muy difícil de revertir.

En el escenario actual en que la desigualdad es un tema sensible, parte de la crítica apunta a la alta concentración de la propiedad forestal en dos grandes empresas y cómo esta situación llevaría a que cualquier plantación subsidiada por el Estado, termine beneficiando a estos dos grupos, debido a su gran poder comprador.

Como al resto de las críticas en contra del fomento a las plantaciones, a este argumento le falta mayor reflexión. Si la concentración de la propiedad forestal es un problema, pareciera lógico pensar que una forma de reducir el impacto de dicha concentración sería generar un mayor patrimonio forestal en manos de medianos y pequeños propietarios. De esta manera, la proporción de plantaciones forestales en manos de las dos grandes empresas disminuiría, se generaría una mayor oferta de madera para aserraderos independientes y para la pequeña y mediana industria forestal; reduciendo la dependencia que actualmente tienen al abastecimiento que las grandes empresas les proveen.

Por lo tanto, la concentración se atacaría precisamente con un fomento a las plantaciones realizadas por pequeños y medianos propietarios. Todo lo contrario a los argumentos que plantean quienes rechazan este fomento.

Por otra parte, un enfoque alternativo para determinar quiénes son los principales beneficiarios de un instrumento de fomento del Estado, consistiría en hacer el ejercicio inverso de determinar quiénes son los más perjudicados con la ausencia de dicho subsidio. En el caso de las grandes empresas, éstas poseen un extenso patrimonio y programas de cosecha y reforestación definidos, sus decisiones sobre ampliar o mantener su superficie plantada, no pasan por los incentivos que el Estado defina. La ausencia del subsidio no impactará sus flujos ni condicionará su permanencia como industria.

Por el lado de los pequeños propietarios, en cambio, tenemos la certeza de que no plantarán en ausencia del apoyo económico del Estado, como tampoco lo harán la mayoría de los medianos propietarios. Acaso unos pocos tendrán la capacidad de endeudamiento o los recursos propios para afrontar una plantación por su cuenta, pero en general tendremos una caída de la forestación, como ya se ha evidenciado en los últimos dos años, con las tasas de superficie anual plantada más bajas de las que se tenga registro. Pasamos de una forestación de 17.000 hectáreas el año 2012 a 6.600 hectáreas el 2013 y 3.000 hectáreas forestadas el 2014. En Chile, qué duda cabe, se está dejando de plantar.

Esto genera, a su vez, una importante pérdida de oportunidades para el segmento de los pequeños y medianos propietarios, ya que en un escenario en que la tasa de forestación de pino radiata ha disminuido, los precios debieran tender al alza en el mediano plazo y aumentar el patrimonio plantado con dicha especie constituiría una excelente oportunidad de desarrollo para este segmento. ¿Para qué? Para venderlo a quienes les ofrezcan el mejor precio, ya sean las grandes empresas u otros compradores, sin descartar la exportación o la transformación y comercialización apoyados también por el Estado.

Lamentablemente quienes rechazan una extensión del fomento forestal, aduciendo que favorece a las grandes empresas, lo único que consiguen es afectar el crecimiento de un nuevo segmento conformado por pequeños y medianos propietarios que verían significativamente mejorada su situación económica con una extensión del fomento enteramente focalizada en ellos.

Además, levantar banderas como el fomento forestal exclusivo con especies nativas para ir en ayuda del segmento de pequeños y medianos propietarios es completamente ilusorio y no hace más que evidenciar la falta de realismo de quienes sustentan estos juicios.

 
 
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