Gabriel Pérez (67) hace más de 35 años vive en el campo. Es propietario de 80 hectáreas en el sector Santa Julia, distante 50 kilómetros de Collipulli, en la Región de La Araucanía. La mayor parte de su predio es de bosque nativo, por eso no sorprende que sea el máximo y más activo representante de los pequeños propietarios. Con franqueza reconoce que tiene diferencias con la industria forestal, pero con la misma sinceridad reconoce que no está en contra de ella. Para él, “no hay peor alianza que aquella que no se hace”.
Como Presidente de la Red de Propietarios del Bosque Nativo dice que ambos sectores pueden convivir, incluso trabajar juntos. Por lo mismo destaca el hecho de que hoy dialoguen, “pues antes eso no ocurría”.
¿A quién representa Gabriel Pérez?
En La Araucanía represento a quienes son parte de la Red de Pequeños Propietarios del Bosque Nativo. Somos una organización con más de 3 mil participantes en la Región, aunque hay que reconocer que en el último tiempo somos casi 200 los activos. Pero desde las regiones del Maule hasta Aysén tenemos cerca de 10 mil pequeños propietarios. Somos aquellos que no pasamos de las 300 hectáreas.
¿Qué busca su asociación?
La prioridad es defender el bosque nativo y luchar para que se entreguen incentivos a los pequeños propietarios, que sean concordantes con los costos. Cuando hablamos de costos e incentivos para manejar el bosque nativo nos encontramos con una diferencia de más del 50% entre lo que es el valor real y el aporte que hace el Estado. En esas condiciones un pequeño propietario no puede trabajar, porque no tiene los recursos para hacerlo.
Le doy un ejemplo: se estaba pagando 499 mil pesos por un kilómetro de cerco (estaca, pre pua, grapa, etc). Hoy hacer un cerco supera el millón 800 mil pesos. ¿Quién puede gastar esa plata sólo para proteger un bosque? En ese aspecto siempre he sido crítico, porque nosotros somos tenedores de tierras. La Constitución garantiza el derecho a la propiedad privada, pero no podemos hacer lo que queramos en nuestros predios. Entonces, cuando no hay incentivos reales el bosque se deteriora.
¿Qué logros ha tenido en su gestión?
Fuimos protagonistas del proceso de construcción de la Ley del Bosque Nativo. No salió como hubiésemos querido, donde se marcara una diferencia con los propietarios, porque al final el Decreto 701 entrega un mejor apoyo que la Ley de bosque nativo. Esa participación en todo caso nos marcó como agrupación por la cantidad de gente que convocamos. Ése fue también un gran logro, el de agrupar a mucha gente con un mismo objetivo.
Una nueva Ley de bosque nativo ¿qué otros incentivos debe tener?
Debiera haber otros incentivos en cuanto a los manejos de los bosques. Hoy son bajos, cubren sólo el 30%. Nosotros hemos luchado por el pago por servicios ambientales, eso no puede quedar de lado, nosotros entregamos un servicio ambiental los 365 días del año. Sin embargo, no podemos hacer con nuestros boques lo que queremos. Tenemos que acogernos a la ley y esa norma nos restringe. Los propietarios de bosque nativo debemos tener una recompensa o compensación por ese servicio que diariamente prestamos al país y al mundo en general. Eso está estudiado y los montos deben estar de acuerdo con la captura de carbono de una superficie determinada.
¿Cuál es su mirada de sustentabilidad del bosque nativo? ¿Cómo se podría lograr un encadenamiento productivo?
Aquí debemos educar. Distintas instituciones entregan conocimientos, pero a veces distan mucho de la realidad. Falta realizar extensión forestal con gente comprometida con el bosque nativo, no con funcionarios que sólo cumplan con un trabajo. Tenemos la posibilidad de explotar tantos productos forestales no madereros, como la avellana, la morchella, el changle, el gargal, la mosqueta y el maqui, entre otros. Si se hace bien le podríamos quitar presión al bosque nativo que está despareciendo.
¿Qué se hace hoy con el bosque nativo?
Hoy día la ley no nos favorece para conservar y trabajar el bosque nativo. Las plantaciones están ahí, durmiendo. Algunos pequeños productores nos hemos dedicado a plantar pequeñas extensiones de terrenos con pino o eucalipto, porque son especies de rápido crecimiento. Hacemos nuestras propias plantaciones, con nuestros recursos, en una o dos hectáreas. Lo hacemos porque tiene un retorno en el corto plazo y esos recursos nos permiten subsistir. Es una plantación útil.
¿Cuáles son los desafíos de la red de propietarios que representa?
En el corto plazo queremos reestructurar la Red de Propietarios del Bosque Nativo en La Araucanía, porque hemos estado muy dispersos. Estamos planificando un congreso, pero aún no tenemos fecha. El otro desafío es formar la macro red de propietarios desde el Maule hasta Aysén. Ahí estaríamos representando a todas las zonas del país, aplicando criterios de acuerdo con la realidad de cada territorio. Es importante tener visiones locales, pues la mira global en muchos casos no sirve mucho. Nuestro objetivo es una sola asociación con una potente voz.
El Gobierno lo integró al Consejo Consultivo del Bosque Nativo y al Consejo de Política Forestal ¿Cómo tomó esos nombramientos?
Fue un reconocimiento a muchos años de trabajo y lucha. El Consejo Consultivo de Bosque Nativo es una instancia de participación donde se ve sólo ese tema y será fundamental porque por primera vez tendremos injerencia desde adentro en las determinaciones que tomen el Ministerio de Agricultura y CONAF. La otra instancia, el Consejo de Política Forestal, está definiendo el futuro del sector y tenemos las ganas y la experiencia para hacer aportes a la política forestal del país. Hoy estamos en una posición que nos permite decir cosas cuando algo no lo encontramos adecuado o no es beneficioso. En la primera reunión me presenté y le dije al ministro que las verdades las digo por su nombre y no las adorno. Y esa libertad me la da el hecho de que no tengo ataduras económicas, religiosas, ni políticas.
¿Puede convivir el bosque nativo con la industria forestal?
Creo que sí, no soy contrario a la industria forestal. Mi visión en este tema es que no hay peor alianza que aquella que no se hace. Uno debe aprender a convivir con la gente y, específicamente, con las empresas. Hoy nos podemos sentar a conversar, lo que antes no ocurría. Las empresas forestales son un aporte a la economía del país y también pueden ser beneficiosas en el sentido ambiental. Eso para nosotros es fundamental y podemos avanzar con un diálogo franco y con la verdad.
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