La adopción voluntaria de esquemas de certificación y la apertura de instancias de participación ciudadana son algunos de los cambios en la industria forestal chilena que destaca Cecilia Alcoreza. Con más de siete años trabajando en la materia, cuatros de ellos en el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), ha podido apreciar el acercamiento del sector al objetivo de la ONG de que las plantaciones mantengan la integridad del ecosistema y conserven la biodiversidad. El proceso, afirma, no es inmediato, pero ya tiene un norte y se está actuando en pos de él.
Una de las principales iniciativas internacionales de WWF es la reunión anual de la plataforma Plantaciones de Nueva Generación (NGP por sus siglas en inglés), que este año tuvo a Chile como país anfitrión. Se llevó a cabo en marzo pasado en Casa Piedra, lugar donde se reunieron las principales empresas locales –Arauco, CMPC y Masisa oficiaron de anfitriones- con actores del mundo público, firmas internacionales y comunidades para abordar la sostenibilidad en el rubro. Bajo el concepto de “Plantaciones para las personas”, los asistentes participaron de talleres para identificar e impulsar prácticas sustentables, además de escuchar los testimonios de representantes de organizaciones y comunidades locales e indígenas que viven en torno a las plantaciones.
¿Qué son las plantaciones de nueva generación?
Es un ideal promovido por WWF, que se está construyendo con representantes de la industria. Es una visión de cómo queremos tener las plantaciones: que estén bien manejadas, que entreguen beneficios socioambientales en los territorios en los que operan, que mantengan los servicios ecosistémicos, que se desarrollen con una alta participación de las comunidades circundantes y que generen trabajo y desarrollo.
¿Cómo se puede lograr eso?
Cada empresa trata de lograr este concepto de NGP en sus operaciones. No se mide bajo ningún estándar sino que es un compromiso que ellas adquieren.
¿Existen experiencias documentadas en Chile o el mundo donde la existencia de plantaciones hayan permitido proteger a los bosques naturales?
Hay casos muy simbólicos en Chile, Sudáfrica, Reino Unido, Brasil y Uruguay donde las empresas han sido capaces de darse cuenta que no están funcionando bien y generar un cambio. En Brasil, por ejemplo, las empresas Fibria, Suzano, Stora Enso y Kimberly-Clark participan de la Iniciativa Forestal Sostenible Mosaicos en el Bosque Atlántico brasileño, donde combinan diferentes usos del suelo, como plantaciones, agricultura y reservas naturales. En un trabajo en conjunto con las organizaciones locales han restaurado cerca de 30 mil hectáreas y podrían llegar 200.000 hectáreas para 2020.
¿En Chile qué casos concretos podría destacar?
Hasta ahora el esfuerzo de las empresas en Chile se ha plasmado en sacar adelante la certificación voluntaria FSC (del inglés Forest Stewardship Council), cumplir con lo que se está pidiendo y abrirse a la sociedad civil, que era algo que antes no ocurría. Nuestro continente es muy poderoso y creo que, por lo menos, Arauco, CMPC y Masisa con operaciones regionales pueden desarrollar casos significativos.
¿Cómo se encuentra hoy la industria forestal en el mundo desde la visión de WWF?
Hay plantaciones que han traído mucha desigualdad en los territorios, problemas ecológicos, pérdidas en los suelos, entre otras cosas que consideramos que ya no deben existir. Si bien aún existen dichas plantaciones que generan mucha controversia, por otro lado existen buenos ejemplos de otras que están brindando beneficios a las comunidades y medioambiente. El balance que hacemos es que la industria forestal de plantaciones, dentro de todo, un sector líder a nivel mundial que ha optado por esquemas de certificación en pro de mejorar su desempeño socioambiental.
¿Cómo ven ustedes la demanda de madera que tiene la población mundial y su proyección?
Hoy somos casi 7 billones de habitantes en el planeta y para los próximos 40 años, o quizás menos, seremos 9 billones con ingresos tres veces más altos. Esto se verá reflejado en un mayor consumo, no sólo de madera, sino también agua, energía, etc. Preocupados por esto, empezamos a trabajar con ciertos commodities para que su labor esté en armonía con la naturaleza y las comunidades donde trabajan.
¿Cómo es posible abastecer dicha demanda sin atentar contra los recursos naturales?
Tenemos que hacer un ejercicio fuerte, no sólo las empresas. Actualmente utilizamos recursos como si tuviéramos un planeta y medio y si lo proyectamos a 2050 la humanidad va a consumir recursos como si tuviéramos dos. En el caso de la producción forestal, ésta debe ser sustentable, las plantaciones tienen que estar diseñadas de forma tal que puedan proveer fibra a la humanidad, beneficios a sus vecinos y cuidar el medio ambiente y los recursos.
Las empresas chilenas al haber adoptado estándares de certificación (FSC) y estar comprometidas con el concepto que hay detrás (NGP) están yendo hacia allá; están en el recorrido hacia lo que es una producción forestal responsable.
¿Cómo pueden las plantaciones ayudar en ese sentido?
Las plantaciones pueden ayudar a restaurar bosques. Ese es el espíritu, que cumplan un rol.
¿Cómo se manejan hoy los recursos forestales en el mundo?, ¿Las empresas han considerado variables como la ambiental y social, junto a la económica?
Si todo estuviera bien no estaríamos trabajando en esto. No podemos decir que hay una uniformidad en cómo se manejan las plantaciones ambientales a nivel mundial. Hay casos muy lamentables desde la perspectiva social en lugares como Sumatra, Indonesia o África, pero sí hay un sector forestal que ha adherido a estándares de certificación voluntaria como el FSC. Este grupo está compuesto principalmente por empresas multinacionales que tratan de impulsar un mejor desempeño en todas las empresas de las que se abastecen de fibra. A modo de ejemplo está Mondi, en Sudáfrica, donde ha transferido grandes extensiones de terreno a la comunidad, a la cual a su vez está capacitando para que asuma la gestión de las actividades de plantación.
¿Cómo ha evolucionado la industria chilena en estas materias?
El cambio de la industria forestal chilena en los últimos cinco años es muy importante y se traduce en la incorporación a esquemas de certificación. Eso se ha visto reflejado en sus políticas internas, donde los temas socio-ambientales se ven plasmados. La controversia social sobre plantaciones es muy grande, lo que ha hecho que el sector reaccione, por lo que ahora su forma de trabajar es diferente. Desde mi perspectiva aún no vemos los resultados porque los procesos están en desarrollo, pero está encaminado.
¿Cómo es la relación con las comunidades, existe una preocupación mayor por avanzar en la resolución de los temas sensibles?
Viéndolo externamente consideramos que la certificación ha permitido que las compañías puedan relacionarse con la comunidad, involucrarlas o consultarles, cosa que en el pasado no existía.
¿Cómo evalúan el hecho de que Chile cuenta con el 70% de sus plantaciones forestales certificadas?
Es un gran logro y también un gran desafío. Como organización de conservación que apuesta por esta herramienta (la certificación) queremos ver impactos en los territorios en los que trabajamos. Tenemos que empezar a medir y a mostrar que hay resultados.
¿Qué beneficios ha traído a la industria local esta adhesión a sistemas de certificación de manejo sustentable?
Antes eran estructuras herméticas donde las decisiones se tomaban internamente, entonces, visto desde fuera, el mayor beneficio es el ejercicio que están haciendo las empresas de abrirse a sus vecinos y la comunidad.
¿Qué importancia tiene para el país el hecho de que se realice esta reunión internacional de WWF?
Es la primera vez que se realiza una reunión de plantaciones de nueva generación en Chile, pues va cambiando de ciudad y país. Los primeros dos días se reunieron los participantes de plantaciones de nueva generación, que son un total de once empresas y tres gobiernos. En los siguientes días, se abrieron los espacios para que la comunidad contara su experiencia.
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