A cinco kilómetros de Cauquenes, en la Región del Maule, justo al lado sur del camino que lleva hacia la costa, están asentados los seis galpones que componen el taller de esculturas artesanales y embarcaciones en madera de Lucien Burquier, también conocido por su apodo “Polyte Solet”, nombre que lleva la fábrica que inspira en el océano sus creaciones.
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El francés de 71 años, amante de la navegación en alta mar, llegó por primera vez a Chile en 1979, en unos de sus viajes al Cabo de Hornos, en un yate de madera construido por él. Pero fue en 1986 cuando decidió radicarse en el país, tras llegar a Talcahuano en otra de sus barcas de madera.
En Concepción conoció a su actual esposa y madre de su único hijo, María Angélica, la cual lo motivó a quedarse en Chile. En el sector norte de la capital del Biobío instaló su primer taller de esculturas y embarcaciones de madera en el país.
De agricultor en su natal Tour en Savoie, pequeño pueblo de Francia, a escultor en madera por mera casualidad. En el 70 construyó su primer velero con troncos, a la fecha ha fabricado más de 50, alcanzando dimensiones de hasta 45 metros, y un submarino de madera que logra los 30 metros de profundidad. Sus propias obras lo han llevado a recorrer los mares y conocer todos los continentes, excepto Asia.
Sentado sobre una silla fabricada por él y apoyado en la mesa donde diseña sus obras, don Lucien cuenta entre risas y con un marcado acento francés la anécdota que lo llevó a ser escultor en madera.“Cuando joven estaba en una fiesta en Francia y encontré a una chica, me preguntó mi profesión, y no le quise decir que era agricultor, entonces le dije que era escultor. Me dijo que le hiciera alguna escultura, y le hice una figura de tronco. Ahí me di cuenta de que me gustaba trabajar las esculturas en madera y que se me hacía fácil”, recuerda.
Desde ese momento decidió dedicarse de por vida al arte de la madera simplemente por el gusto de trabajarlo. Su material favorito es el pino, porque es bueno y renovable. Además, según su experiencia, “es una madera que tiene un excelente acabado, y de características muy suaves, a diferencia de otras más complejas como el eucaliptus o nativo”, recalca.
Seis años en Concepción le bastaron para darse a conocer. Su talento en el diseño de esculturas en madera llamó a atención de un médico maulino, Alberto Rozas, el que lo motivó a inmigrar a Cauquenes, y como a don Lucien nunca le gustaron mucho las ciudades grandes, aceptó. “Alberto era amigo de un cliente mío en Concepción que me mandó a hacer un yate, vio mi trabajo y como era un fanático de la madera me dijo que nos asociáramos, pero en Cauquenes. Así llegué a este lugar. Luego él se fue a Quillota y seguí solo con el negocio hasta ahora”, rememora Burquier.
Ya son 24 años los que lleva en el Maule, y su trabajo con la madera no sólo ha sido valorado en Chile, sino que también en el extranjero. Llegó en su mejor momento a exportar hasta 85% de su producción, ahora sólo alcanza un 20%. Esto se debe a que, “las casas en todos lados son cada vez más chicas y caben menos cosas. Aparte el valor de la artesanía se está perdiendo porque ahora las máquinas hacen todo y más económico. Competir con los Chinos es difícil”, explica.
Durante los últimos ocho años en el taller, se han vendido unos quince barcos, los que se han hecho por encargo en Chile, pues entrar en el mercado internacional en este negocio de las embarcaciones es muy complicado y muy caro. Pero sí se exporta todo lo que es muebles y artesanías a Estados Unidos, Francia, Dinamarca, Suiza, Italia y España. El también francés Tanguy Collin, quien es el encargado de vender los productos, define a Burquier como, “único en el mundo. No hay nadie capaz de realizar lo que él hace”.
La arquitecto y diseñadora Susana Herrera, quien trabaja y confía la fabricación de sus diseños a “Polyte Solet”, enfatiza el trabajo que hace el oriundo de Tour en Savoie, y destaca que su labor contribuye “a que la madera se convierta en una fuente de desarrollo de alto valor. Y lo más importante es que Lucien trabaja la madera por el amor de hacerlo bien. Uno de nuestros mejores trabajos en conjunto es el Arca Quelén, un catamarán ubicado en el lago Lanalhue, yo lo diseñé y es único en el mundo. Solo él lo podía fabricar”, cuenta.
Para el escultor, en Chile el trabajo del artesano en madera no es bien valorado. Argumenta que hay poco conocimiento sobre la materia y la gente no acostumbra a pagar el valor agregado de la artesanía. Como ejemplo recuerda que “en 1992, el Gobierno de Chile, me hizo un encargo por cinco mil figuras de madera, todas de un pájaro, idénticas, para ser vendidas en la Exposición Universal de Sevilla de ese año. El valor era de $2 mil, en aquella época, pero me pidieron descuento por ser una gran cantidad. Ahí les dije que el valor para las cinco mil era de $2.400, por el aburrimiento y el cansancio que provoca para el escultor fabricar tantas esculturas iguales”, cuenta entre risas agregando que no les quedó otra que pagar.
Barcos, esculturas de animales marinos y terrestres, mesas, sillas y casas, son lo que entrega “PolyteSolet” al mundo. El talento de Lucien Burquier es único, pero él y sus propios empleados insisten en que se ha ido desvalorizando en el tiempo. Basta con revisar la cantidad de material utilizado: en 2001 la madera que se esgrimía era 174 m3 de pino y 180 nativo m3 de nativo, a 2013 la cifra bajó a 100 m3 de pino y 38 m3 de nativo.
Un recurso que según Susana Herrera debería utilizarse más, ya que “la madera es un material noble, y la de pino es mundialmente considerada como renovable. También posee características medioambientales. Si se quiere mejorar la contaminación de una ciudad, hay que construir en madera, todo en madera, es una tremenda ventaja”, enfatiza.
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