Hemos escuchado variados argumentos que abogan para detener el subsidio a la forestación. Algunos señalan que se favorecerá a las grandes empresas, que se sustituirá bosque nativo, que empeorará la escasez de agua, que hará más pobres a las comunas pobres, que se favorecerá los incendios forestales, en suma, una amenaza a las personas y al patrimonio natural.
En estricto rigor, cualquier proyecto de fomento a la forestación que se impulse hoy en nuestro país, incluso una prórroga transitoria de la ley 19.561 de 1998, estará enfocado exclusivamente en pequeños y medianos propietarios, porque no hay condiciones políticas, sociales o económicas para transferir recursos públicos a grandes empresarios, como efectivamente ocurrió durante la existencia del primer DL 701 (1974 a 1990) y no así en los siguientes incentivos.
En décadas pasadas, se recibieron flujos significativos de subsidios para forestación, parte de lo cual fue transferido al precio del terreno y se logró hacer de Chile un país forestal. Estos grupos también hicieron compras masivas de suelo, plantado o no y muchos propietarios, de cualquier tamaño, sustituyeron bosque nativo por plantaciones. Para decirlo suavemente, eran los años de lasitud en el control público y donde los conceptos responsabilidad ambiental y social no habían sido internalizados en la sociedad chilena. Guste o no, con aciertos y errores se logró un país forestal con RECURSOS NATURALES RENOVABLES de reconocimiento mundial y que da trabajo directo a más de 120.000 trabajadores.
Pero el escenario actual es bien distinto. Ahora el fomento debe estar focalizado en los pequeños y medianos propietarios, quienes son los dueños de las 2.000.000 hectáreas de prioridad forestal, mayoritariamente en proceso de erosión.
Respecto de la sustitución de bosque natural, el dilema entre plantaciones y bosque nativo que algunos plantean es falso. La verdadera disyuntiva es entre suelos descubiertos y plantaciones y para resolver este problema es inútil discutir si las plantaciones son o no bosques, lo relevante es comparar los beneficios de las plantaciones con un suelo desnudo. También es abusivo afirmar que todas las plantaciones existentes sustituyeron bosque nativo. En parte sí lo hicieron, pero en su mayoría se establecieron en suelos despojados mucho antes de bosque nativo, habilitados para agricultura y ganadería, que al momento de forestar se estaban erosionando gravemente. La cifras no son concluyentes y se conocen estimaciones que van del orden del diez por ciento del total de hectáreas sustituidas directamente.
¿Y qué hay del bienestar de los pequeños y medianos propietarios? A modo de ejemplo, un agricultor de unos 25 años de edad que planta una modesta cantidad de 20 hectáreas de pinos, los cosecha 20 años después, vuelve a plantar y vuelve a cosechar justo cuando cumpla 65 años, podría acumular un patrimonio que le permitiría una pensión del orden de 1 millón de pesos mensuales, asumiendo una tasa de rentabilidad del fondo de pensiones de 5% real anual.
Los vilipendiados eucaliptus, habría que agregar, han ido reemplazando la madera proveniente de especies nativas como combustible domiciliario, una fuente de calefacción y actividad económica muy importante en amplias capas de la población, en todo el centro y sur de nuestro país. ¡¡ Que visión del Presidente de Uruguay, quien ha manifestados que el Eucalipto en su país ha sido el mejor defensor del bosque nativo.!!!
Una política de fomento a la forestación deberá enfatizar la forestación de pequeños a medianos propietarios y campesinos, acompañada de asistencia técnica por parte de los servicios públicos, ONG y transferencias de conocimientos desde las empresas y universidades, para que este patrimonio termine en productos de mayor valor destinados a la comercialización con empresas también pequeñas y medianas. Es un mecanismo posible para colaborar en la desconcentración de la propiedad. Para esto no se necesita una ley, sino voluntad política. Es parte de un “nuevo modelo” para el sector forestal: PLANTACIONES DE NUEVA GENERACION
Un importante punto es el de la relación entre bosque y provisión de agua. Hoy día se están secando árboles nativos ( quillay entre otros ) y hay escases de agua para la población en las regiones de Valparaíso Oriente y Metropolitana, donde no hay Pinos y Eucaliptos. No hay claridad definitiva, todavía, respecto de la eficiencia comparativa entre bosques naturales y plantaciones para conservar y distribuir el agua de las cada vez más escasas lluvias, pero, aunque la vegetación nativa fuese más eficiente, la comparación correcta es entre plantaciones y suelo desnudo.
Por lo tanto, no tiene sentido argumentar en contra del consumo de agua de árboles introducidos si en un suelo desnudo casi toda el agua-lluvia escurre sin frenos ni obstáculos por las laderas, arrastrando año a año toneladas de suelo. Y no está de más señalar que la escasez de lluvias no es responsabilidad de las plantaciones, por el contrario, éstas colaboran a mitigar el cambio climático.
Hay un problema de lógica argumental cuando se esgrime premisas ciertas pero se extrae conclusiones incorrectas. Premisas: la propiedad en manos del pueblo mapuche ha disminuido; algunas comunas donde hay plantaciones son más pobres; grandes empresas forestales pagan impuestos territoriales irrisorios. Pero si ya es dudoso atribuir estos males a la existencia de plantaciones, no resiste lógica alguna afirmar que si nuevos propietarios (pequeños, además) forestan sus propiedades descubiertas de vegetación, aquellos problemas se resolverán.
También hay quienes atribuyen una responsabilidad a las plantaciones por los incendios forestales. Concuerdo con exigir una distancia razonable entre las plantaciones y los asentamientos poblacionales (aún tenemos vívidas las imágenes de Valparaíso), pero las porfiadas cifras indican que la superficie quemada, desde la década de los 60 hasta hoy, está en proporción de 3 a 1 entre vegetación natural y plantaciones. La responsabilidad en esta materia no está sólo en los dueños de plantaciones, sino en quienes deben regular los límites urbanos y construcciones en zona boscosa rural. No está de más recordar, de paso, que los peores incendios forestales en Chile, varios cientos de miles de hectáreas, ocurrieron en forma intencionada como método para habilitar terrenos para la agricultura.
Lo paradójico es castigar, por así decirlo, a los futuros forestadores de pequeño tamaño, dueños de suelos empobrecidos y en franco deterioro, que necesitan con urgencia una cubierta arbórea, por errores cometidos en el pasado. No se avanzará un ápice en corregir estos errores impidiendo que el Estado favorezca la incorporación de pequeños y medianos propietarios a la economía forestal, aunque sea un poco tardíamente.
Es ahora que se requiere una visión progresista e innovadora. Es la oportunidad de establecer PLANTACIONES DE NUEVA GENERACION como lo publicita WWF en su reporte de Noviembre 2013. Mantener una pérdida cercana a cero bosques naturales después de 2020, estimándose que se requerirán 250 MILLONES DE NUEVAS PLANTACIONES FORESTALES PARA 2050, “cifra que constituye casi el doble de la actual superficie de plantaciones. Por lo tanto plantaciones bien manejadas, particularmente en tierras actualmente degradadas, y ecosistemas recuperados desempeñarán un rol cada vez más importante (Living Forest Report, WWF 2012 )"
Iván Chacón, Ingeniero Forestal, Profesor Universitario y José Manuel Contreras, Ingeniero Forestal, Propietario Forestal PYME.
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