Niños jugando en sus jardines y familias alegres viviendo el tan arraigado sueño de la “casa propia”. Esas son las imágenes que caracterizan hoy el diario vivir en Villa Verde, un proyecto habitacional que cuenta con el apoyo del Plan de Vivienda de Trabajadores (PVT) de la empresa Arauco y que, gracias a que formó parte del plan de reconstrucción del MINVU, entregó la mitad de sus casas a damnificados por el terremoto.
La atmósfera es de optimismo. Atrás va quedando, paulatinamente, la pesadilla que significó para la comunidad maucha el megasismo y posterior tsunami de febrero de 2010. Y aunque muchos aseguran que las cicatrices quedarán para siempre, especialmente para quienes perdieron a seres queridos, de a poco esta comunidad se han ido poniendo de pie, recorriendo un camino que no ha sido fácil.
Ejemplo vivo de lo anterior son Katherine Hernández (27), Ricardo Fuentes (37) y Rosa Faúndez (46) quienes , junto a sus respectivas familias, vivían en la ribera del Río Maule cuando sus hogares fueron avasallados esa trágica madrugada. El largo esfuerzo que debieron sostener luego para recuperarse encontró un momento de particular tranquilidad y la alegría tras resultar beneficiados con un subsidio que les permitió acceder a una vivienda en Villa Verde.
Katherine, madre soltera de una pequeña, recuerda: “Fueron momentos muy difíciles. Me encontraba sola con mis dos hermanos y mi hija. Después me junté con mi papá para subir al cerro. Ese día se celebraba la Noche Maulina y gracias a Dios no fui, sino no estaría contando esta historia”. Por su parte, Rosa pasó por algo similar: “Se nos cayó la casa casi con nosotros adentro. Con lo que pudimos salvar nos fuimos a vivir donde mis padres durante tres meses y luego estuvimos arrendando por un par de años”.
Sin hogar ni recursos para acceder a uno, estas tres familias –como muchas otras– deambularon por casas de amigos y también alquilando. Ricardo reconoce que “fueron momentos complicados. El hecho de no tener tu casa, afecta, especialmente los primeros meses. Incomodando a familiares y después arrendando de un lado a otro, ya que el valor iba aumentando considerablemente”.
Paralelo a lo anterior comenzaron a realizar los trámites para acceder a un subsidio habitacional y ahí fue donde escucharon hablar por primera vez de Villa Verde, donde ya llevan algunos meses instalados, con el enorme impacto que esto ha representado en sus vidas. Katherine asegura que “ha sido un cambio rotundo. Después de todo lo sufrido, cuando me entregaron mi vivienda quedé sin palabras. Estamos iniciando un hogar y eso nos llena de felicidad, tanto que nos ganas de tener más hijos. Es un sentimiento que a uno la embarga”.
Mientras Rosa, soltera y madre de un hijo, asegura que recién después de cuatro años se siente segura. “Estamos en un lugar que no es inundable y contamos con viviendas de madera que están preparadas para los sismos. Acá ha temblado fuerte y de verdad no se mueve nada, es una verdadera mansión”, dice con una abierta sonrisa.
El jefe del Plan de Vivienda para los Trabajadores de Arauco, Fernando Valenzuela, señala que “dado que se estaban priorizando proyectos que consideraran familias damnificadas de la empresa, decidimos que esta iniciativa pudiera integrar a todas las personas que estuvieran en esta condición”.
Hoy casi 500 familias disfrutan de estos hogares de 56 metros cuadrados, que están concebidos para poder agrandarse a 64 u 85, dependiendo de la casa seleccionada. Lo que, de hecho, ya están realizando muchas familias, como la de Ricardo, quien señala: “De a poco la estamos extendiendo. Es una buena casa, súper cómoda y construida con excelentes materiales”.
Ciertamente, no se trata de casas convencionales. Su arquitectura fue obra de Elemental, una muy prestigiosa oficina de arquitectura chilena que ha obtenido diversos premios internacionales. Valenzuela, de Arauco, afirma que las viviendas incorporan diversos aspectos destacables, comenzando por la sustentabilidad (huella de carbono positiva) que caracteriza a toda construcción en madera. En este caso, la construcción utilizó maderas de mejor calidad que las que habitualmente se destinan a viviendas sociales, contando además con una aislación térmica y acústica por sobre el promedio. Además, todas las casas están dotadas de termo panel.
La señora Rosa da fe de lo anterior: “Las casas son muy bien hechas. La temperatura es impresionante, uno llega del centro muerta de frío y al ingresar a mi hogar está todo temperado sin necesidad de tener una estufa encendida”.
A propósito, se incorporaron elementos que contribuyen a la valorización futura de las viviendas. Además de la estrategia de ampliación ya señalada, se cuidaron especialmente aspectos relacionados con el diseño urbano del conjunto, el que incorporó espacios colectivos organizados en torno a pequeños condominios y que se caracteriza por su seguridad y el rápido acceso a los servicios de la comuna.
“Estamos en un lugar mucho más seguro que viviendo al lado del río. Es una nueva oportunidad de vida y ha sido un cambio radical. Es un barrio muy tranquilo y los vecinos son muy amigables. Eso nos da mucha tranquilidad”, asegura Ricardo.
Y es que quizás la principal virtud de Villa Verde fue que se empezó a construir con la participación de todos. Así, durante este proceso se realizaron diversos foros habitacionales, reuniones informativas y visitas a terreno, para que los vecinos estuviesen al tanto de los avances del proyecto.
Tan positiva ha sido la recepción de esta iniciativa, que se pretende replicar en otros lugares. Con este objeto, Valenzuela estuvo hace algunas semanas visitando Villa Verde con cuatro comités de vivienda de Yungay, Arauco y Curanilahue, comunas de la Región del Biobío. Y afirma: “La idea es que vean in situ las virtudes del proyecto y que los propios dirigentes de acá les expliquen cómo ha sido el proceso, tanto de construcción como de posterior ampliación de las viviendas”. Eso sí, aclara que “la idea no es replicar el proyecto con exactitud, sino que cada comité vaya reflejando en su proyecto las observaciones o realidades propias del lugar donde se emplazará, de manera tal que al final siempre se privilegie la idea de hacer y propiciar barrios”.
En palabras de Katherine: “Mi casa me encanta y disfruto estando acá. Siento felicidad y orgullo por haber salido adelante. La seguridad nos ayuda a vivir tranquilos y sabemos que acá estamos bien. Sólo doy gracias a Dios y a la gente que está detrás de esto, ya que nunca pensé que iba a lograr mi casa propia”.
Así, de a poco, se va cerrando la herida que dejó el 27-F.
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