La desconocida especie está presente en áreas protegidas de bosque nativo de una empresa forestal, y actualmente existen estrategias de monitoreo en terreno y trabajo de preservación en Bioforest y en el herbario del Departamento de Botánica de la Universidad de Concepción.

Un escenario complejo enfrenta actualmente la Gaultheria renjifoana o “Chaura de Laraquete”, arbusto endémico de nuestro país, presente únicamente en la costa de la Región del Biobío, entre las localidades de Colcura y Chivilingo.

La Chaura de Laraquete, que actualmente se encuentra en peligro crítico de extinción, es una de las 12 especies del género Gaultheria presentes en Chile y que tiene la particularidad de alcanzar una altura máxima de 2,5 metros.

Entre sus características únicas destacan sus hojas flexibles, con tonalidades que pasan del verde claro al oscuro, así como sus flores hermafroditas ubicadas en la parte terminal de las ramas, que dan una cápsula blanca como fruto, que se presenta entre los meses de marzo a julio.

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Precisamente, los últimos ejemplares de este arbusto, único de este tipo en el mundo, han sido detectados en los predios Las Corrientes y Chivilingo, ubicados dentro del Área de Alto Valor de Conservación (AAVC) “Chaura de Laraquete”, de la empresa Arauco y que corresponde a una de las 130 áreas protegidas de bosque nativo de la empresa y que en total representan más de 60 mil hectáreas de su patrimonio.

Con la finalidad de preservar esta especie y analizar su situación crítica, profesionales del departamento de Botánica de la Universidad de Concepción y de la Unidad de Agua y Biodiversidad de Arauco realizaron un estudio que permitió confirmar la condición de peligro de la “Chaura”, entre otras razones, debido a la presencia de ejemplares en menos de cinco localidades, en una extensión menor a los 5.000 Km2, y que el área identificada fue altamente afectada durante el último siglo, causando la reducción en la distribución de especies.

Roberto Rodríguez, biólogo, botánico y director del herbario de  la Universidad de Concepción, explicó que “la mayoría de las gauterias que crecen en el país, que son alrededor de 12, son de hojas mucho más pequeñas y hay dos especies de este género que tienen las hojas más o menos de este tamaño”.

A la hora de buscar explicaciones de la desaparición o riesgo que afecta a la “Chaura de Laraquete”, Roberto Rodríguez apunta a problemas de reproducción de esta especie.

“Al parecer sus sistema reproductivo puede ser que no sea tan eficiente y eso hace que crezca en un solo lugar o lugar muy pequeño, para mí que está el asunto en la reproducción”, dijo el director del herbario del Departamento de Botánica de la UdeC.

Monitoreo en terreno

Ante este escenario poco auspicioso, se apostó por realizar un trabajo de preservación de esta especie endémica adoptando estrategias de cuidado en terreno, desarrollando acciones de conservación a través de Bioforest, área de investigación de Arauco, y apoyando la investigación en conjunto con el departamento de Botánica de la Universidad de Concepción.

Así, se determinó desarrollar un monitoreo de ésta y otras especies, a cargo de cuatro equipos especializados en terreno, denominados “cuadrillas de biodiversidad”. En paralelo, se hizo un trabajo de cartografía con la finalidad de mapear la ubicación exacta de la especie.

Boris Fica, jefe de la unidad de Bosque Nativo y Restauración de Arauco, explicó que la presencia de la Chaura de Laraquete, entre otras especies de flora y fauna, está siendo monitoreada y supervisada anualmente por las cuadrillas que se internan durante largas jornadas en las zonas de bosque nativo, durante todo el año.

“Con la finalidad de poder registrar nuevas poblaciones, se hace un trabajo especial para georreferenciarlas e incorporarlas a la cartografía con la finalidad que nuestras operaciones no generen ningún tipo de impacto en esas Áreas de Alto Valor de Conservación y con esa información se trabaja en conjunto con universidades y con Bioforest”, explica Boris Fica.

Misael Pinto, jefe de brigada de una de las cuadrillas de biodiversidad, precisa que “la misión es venir a monitorear cada año el crecimiento y la parte sanitaria de las plantas, ver en qué estado están y tomar muestras de ellas. Vamos georreferenciando las plantas y viendo de un año a otro cuál ha sido su crecimiento”.

Precisamente, recuerda cuando constataron en terreno la presencia de la Chaura de Laraquete. “Un día haciendo monitoreo del sector nos dimos cuenta que había una plantita que parecía sotobosque y nos llamó la atención la forma de su hoja, que era muy parecida a otra especie, pero se diferenciaba en la textura que era mucho más suave. Sacamos una muestra y la llevamos a la jefatura de Bioforest para que ellos nos dijeran de qué especie se trataba. Cuando vieron de qué se trataba me dijeron ‘¡Misael, acabas de descubrir un dinosaurio!’”, comenta orgulloso.

 

 

 

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